Prometeo liberado, de Percy Bysshe Shelley | Poema

    Poema en español
    Prometeo liberado

    Tú bajaste, entre todas las ráfagas del cielo: 
    al modo de un espíritu o de un pensar, que agolpa 
    inesperadas lágrimas en ojos insensibles, 
    o como los latidos de un corazón amargo 
    que debiera tener ya la paz, descendiste 
    en cuna de borrascas; así tú despertabas, 
    Primavera, ¡oh, nacida de mil vientos! Tan súbita 
    te llegas, como alguna memoria de un ensueño 
    que se ha tornado triste, pues fue dulce algún día, 
    y como el genio o como el júbilo que eleva 
    de la tierra, vistiendo con las doradas nubes 
    el yermo de la vida. 
    La estación llegó ya, y el día: esta es la hora; 
    has de venirte cuando sale el sol, dulce hermana: 
    ¡llega, al fin, deseada tanto tiempo, y remisa! 
    ¡Qué lentos, cual gusanos de muerte los instantes! 
    El punto e una estrella blanca aun tiembla, en lo hondo 
    de esa luz amarilla del día que se agranda 
    tras montañas de púrpura: a través de una sima 
    de la niebla que el viento divide, el lago oscuro 
    la refleja; se apaga; ya vuelve a rutilar 
    al desvaírse el agua, mientras hebras ardientes 
    de las tejidas nubes arranca el aire pálido: 
    ¡se pierde! Y en los picos de nieve, como nubes, 
    la luz del sol, rosada, ya tiembla. ¿No se oye 
    la eólica música de sus plumas, de un verde 
    marino, abanicando al alba carmesí?...