Vosotros estaréis aquí esperando mi muerte Y yo os diré: Recoged esta voz, Lanzadla a cualquier sitio, Escondedla en el último rincón, Yo estaré libre nutriéndome de nuevo.
Quiero escribir para los dos días últimos, Para cuando se empiece a formar dentro de mi piel La fuente mineral de mi terrestre Deformada materia.
Quiero escribir para los dos días en que la lengua Se atará lentamente en el grito Y las palabras, antes tan difícilmente pronunciadas Frente a la primavera, Serán un eco turbio En el cercano otoño de mis pasos.
Vosotros estaréis aquí esperando mi derrumbe De pobre arena abatida. Y yo seré quien venga a decirme adiós Definitivamente a mi mismo. Había vivido en una diaria pregunta Cuando perdí el derecho que traía De establecer mi vida, De construirla sobre la esperanza, De recorrer las manos sobre las gastadas superficies, De elevarme ante todo, De esperarme en silencio mi llegada, De estar en el instante en el sitio preciso Pero sonó la hora de todas las respuestas Y, yo tengo la mía: Amo, es verdad, la vida, La amo en una forma cotidiana, Extendida, visible.
Y es porque amo sin preguntar ya nada Que me duele el amor Que va conmigo. Es un destruirse siempre, Un encenderse Para apagarse siempre, Para encontrarse siempre en lo que se ama.
No. No es ningún egoísmo, Es no saber de fijo si ya ha muerto todo Y lo único que queda es sólo amor Por el amor vivido.
Vosotros estaréis aquí esperando mi muerte Y yo os diré: Recoged esta voz, Lanzadla a cualquier sitio, Escondedla en el último rincón, Yo estaré libre nutriéndome de nuevo.