A las doce de la noche, por las puertas de la gloria y al fulgor de perla y oro de una luz extraterrestre, sale en hombros de cuatro ángeles, y en su silla gestatoria, San Silvestre.
Más hermoso que un rey mago, lleva puesta la tiara, de que son bellos diamantes Sirio, Arturo y Orión; y el anillo de su diestra hecho cual si fuese para Salomón.
Sus pies cubren los joyeles de la Osa adamantina, y su capa raras piedras de una ilustre Visapur; y colgada sobre el pecho resplandece la divina Cruz del Sur.
Va el pontífice hacia Oriente; ¿va a encontrar el áureo barco donde al brillo de la aurora viene en triunfo el rey Enero? Ya la aljaba de Diciembre se fue toda por el arco del Arquero.
A la orilla del abismo misterioso de lo Eterno el inmenso Sagitario no se cansa de flechar; le sustenta el frío Polo, lo corona el blanco Invierno y le cubre los riñones el vellón azul del mar.
Cada flecha que dispara, cada flecha es una hora; doce aljabas cada año para él trae el rey Enero; en la sombra se destaca la figura vencedora del Arquero.
Al redor de la figura del gigante se oye el vuelo misterioso y fugitivo de las almas que se van, y el ruido con que pasa por la bóveda del cielo con sus alas membranosas el murciélago Satán.
San Silvestre, bajo el palio de un zodíaco de virtudes, del celeste Vaticano se detiene en los umbrales mientras himnos y motetes canta un coro de laúdes inmortales.
Reza el santo y pontifica; y al mirar que viene el barco donde en triunfo llega Enero, ante Dios bendice al mundo; y su brazo abarca el arco y el Arquero.
Puede una gota de lodo sobre un diamante caer; puede también de este modo su fulgor oscurecer; pero aunque el diamante todo se encuentre de fango lleno, el valor que lo hace bueno no perderá ni un instante, y ha de ser siempre diamante
Le Roi de Suède et de Norvège, après avoir visité Saint-Jean- de Luz, s\'est rendu à Hendaye et à Fonterrabie. En arrivant sur le sol espagnol, il a crié: 'Vive l\'Espagne!' Le Fígaro, mars 1899. Así, Sire, en el aire de Francia nos llega
Ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda, espíritus fraternos, luminosas almas, ¡salve! Porque llega el momento en que habrán de cantar nuevos himnos lenguas de gloria. Un vasto rumor llena los ámbitos; mágicas ondas de vida van renaciendo de pronto;
A las doce de la noche, por las puertas de la gloria y al fulgor de perla y oro de una luz extraterrestre, sale en hombros de cuatro ángeles, y en su silla gestatoria, San Silvestre.