Sangre de Abel. Clarín de las batallas. Luchas fraternales; estruendos, horrores; flotan las banderas, hieren las metrallas, y visten la púrpura los emperadores.
Sangre del Cristo. El órgano sonoro. La viña celeste da el celeste vino; y en el labio sacro del cáliz de oro las almas se abrevan del vino divino.
Sangre de los martirios. El salterio. Hogueras; leones, palmas vencedoras; los heraldos rojos con que del misterio vienen precedidas las grandes auroras.
Sangre que vierte el cazador. El cuerno. Furias escarlatas y rojos destinos forjan en las fraguas del obscuro Infierno las fatales armas de los asesinos.
¡Oh sangre de las vírgenes! La lira. Encanto de abejas y de mariposas. La estrella de Venus desde el cielo mira el purpúreo triunfo de las reinas rosas.
Sangre que la Ley vierte. Tambor a la sordina. Brotan las adelfas que riega la Muerte y el rojo cometa que anuncia la ruina.
Sangre de los suicidas. Organillo. Fanfarrias macabras, responsos corales, con que de Saturno celébrase el brillo en los manicomios y en los hospitales.
Puede una gota de lodo sobre un diamante caer; puede también de este modo su fulgor oscurecer; pero aunque el diamante todo se encuentre de fango lleno, el valor que lo hace bueno no perderá ni un instante, y ha de ser siempre diamante
Le Roi de Suède et de Norvège, après avoir visité Saint-Jean- de Luz, s\'est rendu à Hendaye et à Fonterrabie. En arrivant sur le sol espagnol, il a crié: 'Vive l\'Espagne!' Le Fígaro, mars 1899. Así, Sire, en el aire de Francia nos llega
A las doce de la noche, por las puertas de la gloria y al fulgor de perla y oro de una luz extraterrestre, sale en hombros de cuatro ángeles, y en su silla gestatoria, San Silvestre.
Ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda, espíritus fraternos, luminosas almas, ¡salve! Porque llega el momento en que habrán de cantar nuevos himnos lenguas de gloria. Un vasto rumor llena los ámbitos; mágicas ondas de vida van renaciendo de pronto;