Canto a la sangre, de Rubén Darío | Poema

    Poema en español
    Canto a la sangre

    Sangre de Abel. Clarín de las batallas. 
    Luchas fraternales; estruendos, horrores; 
    flotan las banderas, hieren las metrallas, 
    y visten la púrpura los emperadores. 

    Sangre del Cristo. El órgano sonoro. 
    La viña celeste da el celeste vino; 
    y en el labio sacro del cáliz de oro 
    las almas se abrevan del vino divino. 

    Sangre de los martirios. El salterio. 
    Hogueras; leones, palmas vencedoras; 
    los heraldos rojos con que del misterio 
    vienen precedidas las grandes auroras. 

    Sangre que vierte el cazador. El cuerno. 
    Furias escarlatas y rojos destinos 
    forjan en las fraguas del obscuro Infierno 
    las fatales armas de los asesinos. 

    ¡Oh sangre de las vírgenes! La lira. 
    Encanto de abejas y de mariposas. 
    La estrella de Venus desde el cielo mira 
    el purpúreo triunfo de las reinas rosas. 

    Sangre que la Ley vierte. 
    Tambor a la sordina. 
    Brotan las adelfas que riega la Muerte 
    y el rojo cometa que anuncia la ruina. 

    Sangre de los suicidas. Organillo. 
    Fanfarrias macabras, responsos corales, 
    con que de Saturno celébrase el brillo 
    en los manicomios y en los hospitales.

    Rubén Darío (Nicaragua, 1867-1916) representa uno de los grandes hitos de las letras hispanas, no sólo por el carácter emblemático de algunos de sus títulos como Azul... (1888), Prosas profanas (1896) y Cantos de vida y esperanza (1905) sino por las dimensiones de renovación que impuso a la lengua española, abriendo las puertas a las influencias estéticas europeas a través de la corriente que él mismo bautizó como Modernismo. Pero como decía Octavio Paz, su obra no termina con el Modernismo: lo sobrepasa, va más allá del lenguaje de esta escuela y, en verdad, de toda escuela. Es una creación, algo que pertenece más a la historia de la poesía que a la de los estilos. Darío no es únicamente el más amplio y rico de los poetas modernistas: es uno de nuestros grandes poetas modernos, es "el príncipe de las letras castellanas".

    • Puede una gota de lodo 
      sobre un diamante caer; 
      puede también de este modo 
      su fulgor oscurecer; 
      pero aunque el diamante todo 
      se encuentre de fango lleno, 
      el valor que lo hace bueno 
      no perderá ni un instante, 
      y ha de ser siempre diamante 

    • Le Roi de Suède et de Norvège, après avoir visité Saint-Jean- 
      de Luz, s\'est rendu à Hendaye et à Fonterrabie. En 
      arrivant sur le sol espagnol, il a crié: 'Vive l\'Espagne!' 
      Le Fígaro, mars 1899. 
      Así, Sire, en el aire de Francia nos llega 

    • A J. Piquet. 
       
      A las doce de la noche, por las puertas de la gloria 
      y al fulgor de perla y oro de una luz extraterrestre, 
      sale en hombros de cuatro ángeles, y en su silla gestatoria, 
          San Silvestre. 

    • Ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda, 
      espíritus fraternos, luminosas almas, ¡salve! 
      Porque llega el momento en que habrán de cantar nuevos himnos 
      lenguas de gloria. Un vasto rumor llena los ámbitos; 
      mágicas ondas de vida van renaciendo de pronto;