Por el influjo de la primavera Sobre el jarrón de cristal hay flores nuevas. Anoche hubo una lluvia de besos.
Despertó un fauno bicorne tras un alma sensitiva. Dieron su olor muchas flores. En la pasional siringa brotaron las siete voces que en siete carrizos puso Pan.
Antiguos ritos paganos se renovaron. La estrella de Venus brilló más límpida y diamantina. Las fresas del bosque dieron su sangre. El nido estuvo de fiesta.
Un ensueño florentino se enfloró de primavera, de modo que en carne viva renacieron ansias muertas.
Imaginaos un roble que diera una rosa fresca; un buen egipán latino con una bacante griega y parisiense. Una música magnífica. Una suprema inspiración primitiva, llena de cosas modernas.
Un vasto orgullo viril que aroma el odor di femina; un trono de roca en donde descansa un lirio. ¡Divina Estación! ¡Divina Estación! Sonríe el alba más dulcemente. La cola del pavo real exalta su prestigio. El sol aumenta su íntima influencia; y el arpa de los nervios vibra sola.
¡Oh, Primavera sagrada! ¡Oh, gozo del don sagrado de la vida! ¡Oh, bella palma sobre nuestras frentes! ¡Cuello del cisne! ¡Paloma blanca! ¡Rosa roja! ¡Palio azul! Y todo por ti, ¡oh alma! Y por ti, cuerpo, y por ti, idea, que los enlazas. ¡Y por Ti, lo que buscamos y no encontraremos nunca, jamás!
Puede una gota de lodo sobre un diamante caer; puede también de este modo su fulgor oscurecer; pero aunque el diamante todo se encuentre de fango lleno, el valor que lo hace bueno no perderá ni un instante, y ha de ser siempre diamante
Le Roi de Suède et de Norvège, après avoir visité Saint-Jean- de Luz, s\'est rendu à Hendaye et à Fonterrabie. En arrivant sur le sol espagnol, il a crié: 'Vive l\'Espagne!' Le Fígaro, mars 1899. Así, Sire, en el aire de Francia nos llega
Ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda, espíritus fraternos, luminosas almas, ¡salve! Porque llega el momento en que habrán de cantar nuevos himnos lenguas de gloria. Un vasto rumor llena los ámbitos; mágicas ondas de vida van renaciendo de pronto;
A las doce de la noche, por las puertas de la gloria y al fulgor de perla y oro de una luz extraterrestre, sale en hombros de cuatro ángeles, y en su silla gestatoria, San Silvestre.