En el camino de las estrellas marinas, de Tristan Tzara | Poema

    Poema en español
    En el camino de las estrellas marinas

    Qué viento sopla en la soledad del mundo 
    Para que yo me acuerde de los seres queridos 
    Frágiles desolaciones aspiradas por la muerte 
    Más allá de las torpes persecuciones del tiempo 
    La tempestad se deleitaba ante su fin tan próximo 
    Que la arena no redondeaba ya su dura cadera 
    Pero en las montañas las bolsas de fuego 
    Vaciaban con seguridad su luz de presa 
    Pálida y corta como un amigo que se extingue 
    Del cual nadie puede decir ya su contorno con palabras 
    Y ninguna llamada en el horizonte tiene tiempo de socorrer 
    Su forma mensurable inicuamente a su desaparición 

    Y así de un relámpago a otro 
    El animal tiende siempre grupa amarga 
    A lo largo de los siglos enemigos 
    A través de los campos unos por ostentación otros por 
    avaricia 
    Y en su ruptura se perfila el recuerdo 
    Como el tronco que cruje en señal de presencia 
    Y de dispar necesidad 

    Existen también los frutos 
    Y no olvido los trigales 
    Y el sudor que les ha hecho crecer sube a la garganta 
    Sabemos sin embargo el precio del dolor 
    Las alas del olvido y las perforaciones infinitas 
    A flor de vida 
    Las palabras que no llegan a apoderarse de los hechos 
    Apenas por servirse de ellos para reír. 
    El caballo de la noche galopó desde los árboles al mar 
    Y unió las riendas de mil oscuridades piadosas 
    Se arrastró a lo largo de los setos 
    Donde pechos humanos contenían el asalto 
    Con todas las protestas colgadas a sus costados 
    Entre inmensos rugidos que se agarraban 
    Huyendo de la fuerza del agua 
    Inconmensurables ellos se sucedían mientras que muy 
    pequeños murmullos 
    No podían ser abogados y sobrenadaban 
    En la invencible soledad por donde desfilaban los túneles 
    Las selvas los rebaños de ciudades los mares enjaezados 
    Un solo hombre en el aliento de muchos países 
    Reunidos en cascada y resbalando sobre una ola lisa 
    De fuego desconocido que se introduce a veces en la noche 
    Por la pérdida de quienes el sueño congrega 
    En su profundo recuerdo 

    Pero no hablemos más de los que están unidos 
    A las frágiles ramas a los malos humores de la naturaleza 
    Aquellos incluso que sufren los golpes duros 
    Tienden la nuca y en la alfombra de sus cuerpos 
    Suenan las botas rígidas de los conquistadores 
    Ellos han salido de mi memoria 
    Los pájaros buscan otros primaverales empleos 
    En sus cálculos remunerados 
    Por rebaños deliciosos de enloquecimientos 
    Con el viento en sus talones 
    Que el desierto les sea contado 
    Al diablo las delicadas advertencias 
    Las diversiones amapolas y compañía 
    El frío escarba 
    El miedo sube 
    El árbol se seca 
    El hombre se agrieta 
    Los postigos golpean 
    El miedo sube 
    Ninguna palabra es bastante tierna 
    Para traer de nuevo al hijo de los caminos 
    Que se pierde en la cabeza 
    De un hombre al borde de la estación 
    Él mira la bóveda 
    Y mira al abismo 
    Tabiques estancos