En ciudades ajenas venimos al mundo
y las llamamos patria, mas breve es
el tiempo concedido para admirar sus muros y sus torres.
Caminamos de este a oeste, ante nosotros rueda
el gran aro del sol
ardiente, a través del cual, como en el circo,
salta ágilmente un león domado. En ciudades extrañas
contemplamos las obras de viejos maestros
y, sin asombro, en añejos cuadros vemos
nuestros propios rostros. Habíamos existido
antes, e incluso conocíamos el sufrimiento,
nos faltaban tan sólo las palabras. En la iglesia
ortodoxa de París los últimos rusos blancos,
encanecidos, rezan a Dios, varios lustros
más joven que ellos y, como ellos,
impotente. En ciudades ajenas
permaneceremos, como los árboles, como las piedras.
Adam Zagajewski (Lvov, actualmente Ucrania, 1945) es una de las más relevantes voces contemporáneas. En 1982 se exilió a París y posteriormente a Estados Unidos, donde actualmente es profesor de la Universidad de Chicago. De su producción poética destacan Ir a Lvov (1985), Lienzo (1990), Tierra del fuego (1994), Deseo (1997), Anhelo (1999), Regreso (2003) y Antenas (2005). Entre sus libros de ensayo se encuentran Dos ciudades (1995), En defensa del fervor (2002) y Solidaridad y soledad (1982).