Serpenteo camino del trabajo. Los champiñones me supuran en el gaznate. Y una astilla me apuñala el dedo gordo del pie derecho.
Veo contenedores reducidos a cenizas. Coches con los cristales rotos. Dos yonkis arrastrando un carrito de la compra. Ortigas cubriendo las grietas de la acera.
Un parroquiano borracho canturrea a la sombra, junto a la puerta de su bar. Las trompetas resuenan por toda Herrera Oria. Y en ella se halló la sangre de los profetas y de los santos, y de todos los que han sido muertos en la tierra.
El que tiene oído, oiga. El que tiene ojos o manos, lea. El que tiene necesidad, descargue. El que bese, ame (un poquito al menos).
Cada uno ve lo que quiere, puede o le consienten. Por aquí abajo, yo no veo a nadie que vaya a trascender.