Dormir, de Amado Nervo | Poema

    Poema en español
    Dormir

    ¡Yo lo que tengo, amigo, es un profundo 
    deseo de dormir!... ¿Sabes?: el sueño 
    es un estado de divinidad. 
    El que duerme es un dios... Yo lo que tengo, 
    amigo, es gran deseo de dormir. 

    El sueño es en la vida el solo mundo 
    nuestro, pues la vigilia nos sumerge 
    en la ilusión común, en el océano 
    de la llamada «Realidad». Despiertos 
    vemos todos lo mismo: 
    vemos la tierra, el agua, el aire, el fuego, 
    las criaturas efímeras... Dormidos 
    cada uno está en su mundo, 
    en su exclusivo mundo: 
    hermético, cerrado a ajenos ojos, 
    a ajenas almas; cada mente hila 
    su propio ensueño (o su verdad: ¡quién sabe!) 

    Ni el ser más adorado 
    puede entrar con nosotros por la puerta 
    de nuestro sueño. Ni la esposa misma 
    que comparte tu lecho 
    y te oye dialogar con los fantasmas 
    que surcan por tu espíritu 
    mientras duermes, podría, 
    aun cuando lo ansiara, 
    traspasar los umbrales de ese mundo, 
    de tu mundo mirífico de sombras. 

    ¡Oh, bienaventurados los que duermen! 
    Para ellos se extingue cada noche, 
    con todo su dolor el universo 
    que diariamente crea nuestro espíritu. 
    Al apagar su luz se apaga el cosmos. 

    El castigo mayor es la vigilia: 
    el insomnio es destierro 
    del mejor paraíso... 

    Nadie, ni el más feliz, restar querría 
    horas al sueño para ser dichoso. 
    Ni la mujer amada 
    vale lo que un dormir manso y sereno 
    en los brazos de Aquel que nos sugiere 
    santas inspiraciones. .. 
    «El día es de los hombres; mas la noche, 
    de los dioses», decían los antiguos. 

    No turbes, pues, mi paz con tus discursos, 
    amigo: mucho sabes; 
    pero mi sueño sabe más... ¡Aléjate! 
    No quiero gloria ni heredad ninguna: 
    yo lo que tengo, amigo, es un profundo 
    deseo de dormir...

    Amado Ruiz de Nervo Ordaz (1867-18709), fue un poeta y escritor mexicano, perteneciente al movimiento modernista. Fue miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua, no pudo ser miembro de número por residir en el extranjero. Poeta, autor también de novelas y ensayos, al que se encasilla habitualmente como modernista por su estilo y su época, clasificación frecuentemente matizada por incompatible con el misticismo y tristeza del poeta, sobre todo en sus últimas obras, acudiéndose entonces a combinaciones más complejas de palabras terminadas en "-ismo", que intenta reflejar sentimiento religioso y melancolía, progresivo abandono de artificios técnicos, incluso de la rima, y elegancia en ritmos y cadencias como atributos del estilo de Nervo. El sonoro nombre de Amado Nervo, frecuentemente tomado por seudónimo, era en realidad el que le habían dado al nacer, tras la decisión de su padre de simplificar su verdadero apellido, Ruiz de Nervo. Él mismo bromeó alguna vez sobre la influencia en su éxito de un nombre tan adecuado a un poeta.

    • Yo ya me despedía.... y palpitante 
      cerca mi labio de tus labios rojos, 
      «Hasta mañana», susurraste; 
      yo te miré a los ojos un instante 
      y tú cerraste sin pensar los ojos 
      y te di el primer beso: alcé la frente 
      iluminado por mi dicha cierta. 

    • Yo soy un alma pensativa. ¿Sabes 
      lo que es un alma pensativa? — Triste, 
      pero con esa fría 
      melancolía 
      de las suaves 
      diafanidades. Todo lo que existe, 
      cuando es diáfano, es sereno y triste. 
      — ¡Sabino peregrino 
      que contempla en las vivas 

    • ¡Si una espina me hiere, me aparto de la espina, 
      ...pero no la aborrezco! Cuando la mezquindad 
      envidiosa en mí clava los dardos de su inquina, 
      esquívase en silencio mi planta, y se encamina, 
      hacia más puro ambiente de amor y caridad. 

    • ¿Versos autobiográficos? Ahí están mis canciones, 
      allí están mis poemas: yo, como las naciones 
      venturosas, y a ejemplo de la mujer honrada, 
      no tengo historia: nunca me ha sucedido nada, 
      ¡oh, noble amiga ignota!, que pudiera contarte. 

    • ¡Yo lo que tengo, amigo, es un profundo 
      deseo de dormir!... ¿Sabes?: el sueño 
      es un estado de divinidad. 
      El que duerme es un dios... Yo lo que tengo, 
      amigo, es gran deseo de dormir. 

    • Todo en ella encantaba, todo en ella atraía 
      su mirada, su gesto, su sonrisa, su andar... 
      El ingenio de Francia de su boca fluía. 
      Era llena de gracia, como el Avemaría. 
      ¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar! 

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