Inútil la fiebre que aviva tu paso;
no hay fuente que pueda saciar tu ansiedad,
por mucho que bebas…
El alma es un vaso
que solo se llena con eternidad
¡Qué mísero eres! Basta un soplo frío
para helarte… Cabes en un ataúd;
¡y en cambio a tus vuelos es corto el vacío,
y la luz muy tarda para tu inquietud!
¿Quién pudo esconderte, misteriosa esencia,
entre las paredes de un vil cráneo? ¿Quién
es el carcelero que en la existencia
te cortó las alas? ¿Por qué tu conciencia
si es luz de una hora, quiere el sumo bien?
Displicente marchas del orto al ocaso;
no hay fuente que pueda saciar tu ansiedad
por mucho que bebas… ¡El alma es un vaso
que sólo se llena con eternidad!