Yo nací allí:
allí donde el verdor primaveral
oscurece el color del rosal
y la noche entra callada
por las puertas falsas del bosque.
No te habrías preguntado,
con enigmas de tu negrura
Ecuatorial,
cuál es tu nombre
y qué secreto arcano
te reservaron tus padres
en la ahumada boca del Pico
Isabelino...
Y... ya te colocas la soga
de tu juventud
tragando las balas finales
de tus hermanos verdugos.
Y tu cuerpo soporta anónimas burlas
de tantos ojos ciegos
comiendo la libertad de tus huesos.
Mientras llevas confundido
el último sueño de algodón,
entre las tablas mudas
de tu última cuna.
Voy con esta luz de rimas
dejando flores estériles
en las burbujas de tu sangre,
y poniendo, piadoso
en cada carne de tu cuerpo destrozado
las letras muertas de tu libertad.