Noche, de Antonin Artaud | Poema

    Poema en español
    Noche

    Los mostradores del cinc pasan por las cloacas, 
    la lluvia vuelve a ascender hasta la luna; 
    en la avenida una ventana 
    nos revela una mujer desnuda. 

    En los odres de las sábanas hinchadas 
    en los que respira la noche entera 
    el poeta siente que sus cabellos 
    crecen y se multiplican. 

    El rostro obtuso de los techos 
    contempla los cuerpos extendidos. 
    Entre el suelo y los pavimentos 
    la vida es una pitanza profunda. 

    Poeta, lo que te preocupa 
    nada tiene que ver con la luna; 
    la lluvia es fresca, 
    el vientre está bien. 

    Mira como se llenan los vasos 
    en los mostradores de la tierra 
    la vida está vacía, 
    la cabeza está lejos. 

    En alguna parte un poeta piensa. 
    No tenemos necesidad de la luna, 
    la cabeza es grande, 
    el mundo está atestado. 

    En cada aposento 
    el mundo tiembla, 
    la vida engendra algo 
    que asciende hacia los techos. 

    Un mazo de cartas flota en el aire 
    alrededor de los vasos; 
    humo de vinos, humo de vasos 
    y de las pipas de la tarde. 

    En el ángulo oblicuo de los techos 
    de todos los aposentos que tiemblan 
    se acumulan los humos marinos 
    de los sueños mal construidos. 

    Porque aquí se cuestiona la Vida 
    y el vientre del pensamiento; 
    las botellas chocan los cráneos 
    de la asamblea aérea. 

    El Verbo brota del sueño 
    como una flor o como un vaso 
    lleno de formas y de humos. 

    El vaso y el vientre chocan: 
    la vida es clara 
    en los cráneos vitrificados. 

    El areópago ardiente de los poetas 
    se congrega alrededor del tapete verde, 
    el vacío gira. 

    La vida pasa por el pensamiento 
    del poeta melenudo. 

    Aldo Pellegrini