Epitafio para un monumento a los muertos en la guerra, de Benjamin Péret | Poema

En mayo o setiembre 
los utensilios de cocina castañetean los dientes 
y su pelo cae porque los sombreros pierden el suyo 
Así el humo que sale de una gaveta 
indica que un avión 
en algún lugar entre un álamo y un casco de buzo 

Primera flor del castaño que se eleva como un huevo 
en la cabeza de los hombres de metal 
duro como una escollera 
cuando 
en la lluvia de tinta que me atraviesa con espejos 
tus ojos mágicos como un árbol degollado 
gritan en todos los tonos 

El general nos dijo 
con el dedo metido en el culo 
El enemigo está allí Mar-chén 
Todo por la patria 
y nosotros marchamos al fin 
con el dedo metido en el culo 
Hallamos a la patria 
con el dedo metido en el culo 
La alcahueta nos dijo 

Mi avión en llamas mi castillo inundado de vino del Rhin 
mi ghetto de lirios negros mi oreja de cristal 
mi roca rodando por el acantilado para aplastar al guarda rural 
mi caracol de ópalo mi mosquito de aire 

Sobrepasada la caja de los camembert 
el pequeño abejorro se ha perdido en el desierto 
donde el jamón casi se muere de hambre 
Corre a derecha e izquierda 
pero a derecha e izquierda sólo ve tomates blanqueados con cal 
Mira hacia arriba y ve un perchero 

El negro de humo el negro animal el negro negro 
se han dado cita entre dos monumentos a los muertos 
que podrían ser tomados por mis orejas 
donde el eco de tu voz de fantasma de mica marina 
repite indefinidamente tu nombre a