Claridad del día, de Carlos Sahagún | Poema

    Poema en español
    Claridad del día

    Te digo que ésta ha sido la primera 
    vez que amé. Si la tierra que ahora pisas 
    se hundiera con nosotros, si aquel río 
    que nos vigila detuviera el paso, 
    sabrías que es verdad, que te he buscado 
    desde niño en las piedras, en el agua 
    de aquella fuente de mi plaza. Tú, 
    tan flor, tan luz de primavera, dime, 
    dime que no es mentira este milagro, 
    la multiplicación de mi alegría, 
    los panes y los peces de tu pecho. 
    Contéstame. No quiero hablar yo solo, 
    estar -yo solo- alegre. Te amo. ¡Fuego, 
    la mañana hace fuego y nos golpea 
    los corazones! Levantémoslos 
    arriba, siempre arriba. Alguien nos lleva, 
    alguna mano pura nos empuja. 
    Aire en el aire, iremos a aquel monte. 
    Cristal en el cristal más limpio, un día 
    nos miraremos hasta emocionarnos. 
    Y ya lo estamos como nunca. Dame 
    la mano. Si me dices que eche al río 
    mis versos, yo los echaré, si quieres 
    que arranque aquella flor y te la traiga, 
    te la traeré. Pero anda, ven conmigo. 
    ¿Ves un pinar allá a lo lejos? Vamos. 
    Ya todo es nuestro: el buen camino, el árbol, 
    la generosa claridad del día. 

    • Te digo que ésta ha sido la primera 
      vez que amé. Si la tierra que ahora pisas 
      se hundiera con nosotros, si aquel río 
      que nos vigila detuviera el paso, 
      sabrías que es verdad, que te he buscado 
      desde niño en las piedras, en el agua 

    • Me pregunto si un hombre, ante estas playas, 
      tiene derecho a que se acuerden 
      de su amor, de lo que antes pronunciaron 
      sus labios, de sus pasos por los caminos 
      con sol, o de sus manos 
      que en la noche se hundían alguna vez, o iban 
      entrelazadas a las tuyas 

    • Qué niño irá a caballo pensativo 
      hacia el mar insondable 
      para contarnos una dura historia 
      de despojos guerreros y de hambre 
      como aquel mediodía que revive 
      aún hoy 
      bajo los cascos sollozantes. 
      Tal vez la vida sea para otros 
      asunto menos grave