Carta de la ternura distante, de César Dávila Andrade | Poema

    Poema en español
    Carta de la ternura distante

    Estoy solo. La niñez vuelve a veces 
    con sus blancos cuadernos de ternura. 
    Oigo entonces el ruido del molino 
    y siento el peso de los días caer desde la torre de la iglesia 
    con un sonido de aves de ceniza. 
    Pienso qué harás ahora frente al camino blanco 
    por el que cierto día pasó mi soledad. 
    ¿En dónde estás? ¿Qué haces? 
    ¿Bajas aún al pueblo los domingos? 
    ¿Y a la feria de rosas de castilla? 

    Recuerdo: tenían tus pupilas color de té y de arenilla 
    y bullían en el fondo de tus ojos 
    esos mínimos puntos luminosos 
    con que escriben los músicos 
    las más azules y hondas melodías. 

    Cómo recuerdo tu cabello, hecho con las panojas del estío 
    y con la leve arborescencia fina 
    de la miel del topacio, 
    y de la crencha ardiente de la espiga. 

    Tenías creo ya sobre los senos 
    dorados terroncitos 
    y algo como el azul de la azucena... 
    Tenías creo ya sobre las sienes 
    la sagrada blancura de la nieve 
    y una hebra distante y tan delgada que moría en el cielo. 
    ¿Tienes aún ese hoyo de nardo en la sonrisa? 
    ¿Y ese nudo de rosas que te rodeaba los tobillos? 

    ¿Por qué tu andar me ha parecido siempre 
    el temblor de un jilguero entre los mimbres? 
    ¿Recuerdas esos barcos de papel cargados de semillas 
    que, a veces, pusimos en el río? 

    Llevaban como en éxtasis nuestras más dulces lilas. 
    Todas han muerto en soledad y en frío. 

    ¿Y el pan que abrimos juntos con los dientes? 
    Salió de él como un ángel su perfume. 
    Aquí hay pan abundante, pero no tiene aroma 
    y la ternura esconde como un niño las manos. 
    Qué extraño es todo lo que me rodea! 
    Volveré algún día. 
    El maestro de capilla de la aldea 
    tocará para los dos aquella música 
    que tiende sobre un río siete puentes de rosas. 

    Y por ahora basta. Volveré algún día. 
    Afuera son las nueve de la noche. 
    Se esconden poco a poco mis palabras...