Me viene, hay días, una gana ubérrima, de César Vallejo | Poema

    Poema en español
    Me viene, hay días, una gana ubérrima

    Me viene, hay días, una gana ubérrima, política, 
    de querer, de besar al cariño en sus dos rostros, 
    y me viene de lejos un querer 
    demostrativo, otro querer amar, de grado o fuerza, 
    al que me odia, al que rasga su papel, al muchachito, 
    a la que llora por el que lloraba, 
    al rey del vino, al esclavo del agua, 
    al que ocultóse en su ira, 
    al que suda, al que pasa, al que sacude su persona en mi alma. 
    Y quiero, por lo tanto, acomodarle 
    al que me habla, su trenza; sus cabellos, al soldado; 
    su luz, al grande; su grandeza, al chico. 
    Quiero planchar directamente 
    un pañuelo al que no puede llorar 
    y, cuando estoy triste o me duele la dicha, 
    remendar a los niños y a los genios. 

    Quiero ayudar al bueno a ser su poquillo de malo 
    y me urge estar sentado 
    a la diestra del zurdo, y responder al mundo, 
    tratando de serle útil en 
    lo que puedo, y también quiero muchísimo 
    lavarle al cojo el pie, 
    y ayudarle a dormir al tuerto próximo. 

    ¡Ah querer, éste, el mío, éste, el mundial, 
    interhumano y parroquial, proyecto! 
    Me viene a pelo 
    desde el cimiento, desde la ingle pública, 
    y, viniendo de lejos, da ganas de besarle 
    la bufanda al cantor, 
    y al que sufre, besarle en su sartén, 
    al sordo, en su rumor craneano, impávido; 
    al que me da lo que olvidé en mi seno, 
    en su Dante, en su Chaplin, en sus hombros. 

    Quiero, para terminar, 
    cuando estoy al borde célebre de la violencia 
    o lleno de pecho el corazón, querría 
    ayudar a reír al que sonríe, 
    ponerle un pajarillo al malvado en plena nuca, 
    cuidar a los enfermos enfadándolos, 
    comprarle al vendedor, 
    ayudar a matar al matador ?cosa terrible? 
    y quisiera yo ser bueno conmigo 
    en todo.

    César Vallejo, uno de los poetas hispanoamericanos más destacables del siglo XX, nació en Santiago de Chuco, Perú, en 1892. Estudió medicina, filosofía, derecho y ejerció el magisterio. Constantes en la obra de Vallejo son la solidaridad con el sufrimiento humano, su rebeldía contra la sociedad, la fe en la utopía revolucionaria y la muerte. En 1918 publicó Los heraldos negros, su primer libro de poemas, de influencia modernista. Fue encarcelado en 1920 al ser acusado injustamente de robo e incendio durante una revuelta. En ese tiempo escribió algunos de los poemas que formarían su segundo libro, Trilce. En 1923 se trasladó a Europa. Estuvo en París, en donde conoció a Gris, a Huidobro, fundó la revista Favorables París Poema y terminaría siendo expulsado por razones políticas. En Moscú conoció a Maiakovski. En 1931 se trasladó a España, se afilió al Partido Comunista y publicó Rusia en 1931. Reflexiones al pie del Kremlin y su novela social Tungsteno. Al año siguiente regresó a París, en donde vivió de forma clandestina. Cuando estalló la Guerra Civil española, recogió fondos para la causa republicana y viajó a Madrid y Barcelona para participar en distintos congresos de escritores. Murió en París en 1938. Un año después se publicó su poema más político, España, aparta de mí este cáliz, y una recopilación de su obra poética con el título de Poemas humanos.