El hombre y su esperanza, de Clementina Suárez | Poema

    Poema en español
    El hombre y su esperanza

    Ahora me miro por dentro 
    y estoy tan lejana, 
    brotándome en lo escondido 
    sin raíces, ni lágrimas, ni grito 
    —Intacta en mí misma— 
    en las manos mías 
    en el mundo de ternura 
    creado por mi forma 

    Me he visto nacer, crecer, sin ruido, 
    sin ramas que duelan como brazos, 
    sutil, callada, sin palabra para herir, 
    ni vientre que rebase de peces. 

    Como rosa de sueño se fue formando mi mundo 
    Ángeles de amor me fueron siempre fieles, 
    en la amapola, en la alegría y en la sangre. 

    Cada caracol supo darme un rumbo 
    y una hora para llegar. 
    Y siempre pude estar exacta. 
    A la cita del agua, de la ceniza y la desesperanza... 

    Frágil, pero vital, fue siempre mi árbol 
    al hombre y al pájaro le fui siempre constante 
    Amé como deben amar los geranios, 
    los niños y los ciegos. 

    Pero en cualquier medida 
    estuve siempre fuera de proporciones, 
    porque mi impecable y recién inaugurado mundo 
    tritura rostros viejos 
    modas y resabios inútiles. 

    Mi caricia es combate 
    urgencia de vida, 
    profecía de cielo estricto 
    que sostienen los pasos. 

    Creadora de lo eterno, 
    dentro de mí, fuera de mí, 
    para encontrar mi universo. 
    Aprendí, llegué, entré, 
    con adquirida plena conciencia 
    de que el poeta que va solo 
    no es más que un muerto, un desterrado, 
    un arcángel arrodillado que oculta su rostro, 
    una mano que deja caer su estrella 
    y que se niega a sí mismo, a los suyos, 
    su adquirido o supuesto linaje. 

    De esta ciega y absurda muerte o vida, 
    ha nacido mi mundo, 
    mi poema y mi nombre. 
    Por eso hablo del hombre sin descanso, 
    del hombre y su esperanza. 

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