Canciones en el bosque, de Concha Urquiza | Poema

    Poema en español
    Canciones en el bosque

    Variaciones de los Cantares 
     
    Yo cantaré mi amor contigo a solas 
    que escuchas en el viento sosegado 
    sobre los vastos campos de amapolas, 

    pasando por los montes y collado, 
    soplando en las corolas encendidas, 
    acariciando el brote malogrado; 

    contigo en las veredas escondidas 
    donde vagan arroyos silenciosos 
    y están las azucenas florecidas; 

    contigo en los parajes nemorosos, 
    donde el cansado corazón se entrega 
    por los espesos cedros rumorosos 

    y sombra de dolor el alma niega; 
    por los ardientes valles dilatados 
    que el sol calienta, que la lluvia riega, 

    donde suenan los vientos derramados; 
    en caminos que suben desde el suelo, 
    rodeando los montes levantados, 

    hasta la faz clarísima del cielo; 
    contigo, Amor, entre las hojas de oro 
    donde toda la luz detiene el vuelo. 

    Allí tendré mi canto, allí mi lloro, 
    allí podré contarte mi desvelo 
    donde todas las aves forman coro. 





    No más la soledad aborrecida 
    que el corazón henchía de amargura, 
    no más dolerse de la paz perdida, 

    no más el ruido de la turba impura; 
    ya no en las noches el gemido triste, 
    el falso amigo, la compaña oscura 

    El corazón do entero te vertiste 
    tu camino forzando entre despojos, 
    y el duro sello de tu amor pusiste, 

    ¿qué puede ya buscar sino tus ojos? 
    ¿qué desear, sino morir contigo 
    por los caminos de tu sangre rojos? 

    Si no en ti, ¿dónde gozará de abrigo? 
    ¿ni en qué ricos manjares tendrá halagos 
    más que en la hartura de tu pan de trigo? 

    Él cruzará los ondeantes lagos, 
    y llevándote asido dulcemente 
    buscará el seno de los montes vagos: 

    allí estará contigo tiernamente; 
    allí sabrá decirte que te ama; 
    se abrazará de ti, como la fuente 

    por cuyo rostro el cielo se derrama, 
    se abraza de ese cielo transparente 
    sobre su asiento de flexible lama. 





    Volvámonos, Amor, y semejante 
    al cervato en los bosques esparcidos 
    sobre las altas cumbres, vaga errante 

    (como vagan los pájaros perdidos, 
    de sus tiernos hijuelos olvidados, 
    en tu vuelo suavísimo mecidos). 

    Huye, Amor, sobre montes y collados; 
    yo esperaré tu paso, y entre tanto 
    buscaré los parajes más callados, 

    en soledad, para ensayar mi canto. 
    y tendida en praderas deleitosas 
    donde brota el romero y amaranto, 

    veré los días de oro, las graciosas 
    tardes, donde ya brillan los luceros, 
    y el giro de las noches luminosas. 

    ¡Que vuele la canción por los oteros 
    y escuchen a la siesta los pastores 
    los gritos del deseo lastimeros; 

    y el Austro, desatado entre las flores, 
    recoja el canto claro y armonía 
    que responde a la voz de los amores. 

    Yo desearé tus besos como el día 
    y diré que tus pechos son mejores 
    que el vino, dador nuestro de alegría. 


    18 de junio, 1937