Dame, Amor, besos sin cuento, asida de mis cabellos, y mil y ciento tras ellos y tras ellos mil y ciento, y después de muchos millares, tres; y porque nadie lo sienta, desbaratemos la cuenta y contemos al revés.
Yo, Señora, me soñaba un sueño que no debiera: que por mayo me hallaba en un lugar do miraba una muy linda ribera, tan verde, florida y bella, que de miralla y de vella, mil cuidados deseché, y con sólo uno quedé
Dame, Amor, besos sin cuento, asida de mis cabellos, y mil y ciento tras ellos y tras ellos mil y ciento, y después de muchos millares, tres; y porque nadie lo sienta, desbaratemos la cuenta y contemos al revés.