texto_poema
Perdóname. Yo fui un intrigante como muchos de esos que se deslizan furtivamente por las humanas habitaciones de la noche.
Yo calculé la posición de los guardias antes de arriesgarme a acercarme a las fronteras cerradas.
Conociendo más, pretendí satisfacer menos, a diferencia de esos que dan testimonio.
Indiferente al cañoneo, al clamor en la maleza y a la burla.
Deja a los sabios y a los santos, pensé, trae un don a toda la Tierra, no meramente al lenguaje.
Yo protejo mi buen nombre para que el lenguaje sea mi medida.
Un bucólico, un lenguaje pueril que transforma lo sublime en cordial.
Y el ritmo o el salmo de maestro de coros cae aparte, únicamente un cántico permanece.
Mi voz siempre careció de plenitud, me gustaría dar una acción de gracias diferente.
Y generosamente, sin la ironía que es la gloria de los esclavos.
Más allá de siete fronteras, bajo la estrella de la mañana.
En el lenguaje del fuego, del agua y de todos los elementos.