Ir al contenido principal

Navegación principal

  • Audiolibros en castellano
  • Autores
  • Canales de Youtube
  • +Info
Sobrescribir enlaces de ayuda a la navegación
  • Audiolibros en castellano
  • Eduardo Galeano
  • El derecho al delirio, de Eduardo Galeano | Poema

El derecho al delirio, de Eduardo Galeano | Poema

  • Poesía Recitada -Tomás Galindo-
  • Don Garfialo
  • Manuel López
  • Eva Espejo
  • Poema en español(solapa activa)
Poema en español
El derecho al delirio

¿Qué tal si deliramos por un ratito? ¿Qué tal si clavamos los ojos más allá de la infamia para adivinar otro mundo posible? 
El aire estará limpio de todo veneno que no provenga de los miedos humanos y de las humanas pasiones; 

En las calles, los automóviles serán aplastados por los perros; 
La gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por el ordenador, ni será comprada por el supermercado, ni será tampoco mirada por el televisor; 

El televisor dejará de ser el miembro más importante de la familia y será tratado como la plancha o el lavarropas; 

Se incorporará a los códigos penales el delito de estupidez, que cometen quienes viven por tener o por ganar, en vez de vivir por vivir nomás, como canta el pájaro sin saber que canta y como juega el niño sin saber que juega; 
En ningún país irán presos los muchachos que se nieguen a cumplir el servicio militar, sino los que quieran cumplirlo; 

Nadie vivirá para trabajar pero todos trabajarán para vivir; 
Los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo, ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas; 

Los cocineros no creerán que a las langostas les encanta que las hiervan vivas; 
Los historiadores no creerán que a los países les encanta ser invadidos; 
Los políticos no creerán que a los pobres les encanta comer promesas; 
La solemnidad se dejará de creer que es una virtud, y nadie tomará en serio a nadie que no sea capaz de tomarse el pelo; 

La muerte y el dinero perderán sus mágicos poderes y ni por defunción ni por fortuna se convertirá el canalla en virtuoso caballero; 
La comida no será una mercancía, ni la comunicación un negocio, porque la comida y la comunicación son derechos humanos; 

Nadie morirá de hambre, porque nadie morirá de indigestión; 
Los niños de la calle no serán tratados como si fueran basura, porque no habrá niños de la calle; 
Los niños ricos no serán tratados como si fueran dinero, porque no habrá niños ricos; 

La educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla y la policía no será la maldición de quienes no puedan comprarla; 

La justicia y la libertad, hermanas siamesas condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse, bien pegaditas, espalda contra espalda; 

En Argentina, las locas de Plaza de Mayo serán un ejemplo de salud mental, porque ellas se negaron a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria; 

La Santa Madre Iglesia corregirá las erratas de las tablas de Moisés, y el sexto mandamiento ordenará festejar el cuerpo; 

La Iglesia también dictará otro mandamiento, que se le había olvidado a Dios: «Amarás a la naturaleza, de la que formas parte»; 

Serán reforestados los desiertos del mundo y los desiertos del alma; 

Los desesperados serán esperados y los perdidos serán encontrados porque ellos se desesperaron de tanto esperar y ellos se perdieron por tanto buscar; 

Seremos compatriotas y contemporáneos de todos los que tengan voluntad de belleza y voluntad de justicia, hayan nacido donde hayan nacido y hayan vivido cuando hayan vivido, sin que importen ni un poquito las fronteras del mapa o del tiempo; 

Seremos imperfectos porque la perfección seguirá siendo el aburrido privilegio de los dioses; pero en este mundo, en este mundo chambón y jodido, seremos capaces de vivir cada como si fuera el primero y, cada noche como si fuera la última. 

Eduardo Galeano

Eduardo Galeano nació en Montevideo el 3 de septiembre de 1940 en el seno de una familia católica de clase media. Hijo de un empleado público y de una gerente de librería, Galeano fue criado en un ambiente de profundas convicciones católicas. Incluso, cuando tenía ocho o nueve años, sostuvo que quería ser santo: "Tuve una infancia muy mística, pero no me fue bien con la santidad". Galeano tiene una larga carrera tanto en el plano personal como en el profesional. Con tan sólo trece años empezó a publicar caricaturas para el diario El Sol. Fue obrero en una fábrica de insecticidas, recaudador, pintor de carteles, mensajero, mecanógrafo, cajero de banco y editor. En la década de los setenta un grupo derechista militar en Uruguay lo encarceló. Por esta causa se marchó a Argentina. Sin embargo allí ocurrió lo mismo. El régimen de Videla tomó el poder tras un sangriento golpe militar y su nombre fue agregado a la lista de aquellos condenados por los escuadrones de la muerte. Días y noches de amor y de guerra, se enmarca en los días de la dictadura en Argentina y Uruguay. En esta ocasión se exilió en Cataluña, en Calella, al norte de Barcelona donde publicó en revistas españolas y colaboró con una radio alemana y un canal de televisión mexicano. En este período escribe su famosa y premiada trilogía Memoria del fuego. En Galeano conviven el periodismo, el ensayo y la narrativa, pero será sobre todo reconocido como un cronista certero y valiente que recuerda el pasado para analizar el futuro que estamos dejando. De trato cordial y perpetuo buen humor, cree que el mejor de sus días "Es aquel que debe todavía estar por venir".

  • Humanitos, de Eduardo Galeano | Poema

    Eduardo Galeano

    Darwin nos informó que somos primos de los monos, no de los angeles. 

  • La música, de Eduardo Galeano | Poema

    Eduardo Galeano

    Era un mago del arpa. En los llanos de Colombia, no había fiesta sin él. Para que la fiesta fuera fiesta, Mesé Figueredo tenía que estar allí, con sus dedos bailanderos que alegraban los aires y alborotaban las piernas. 

  • Nosotros, de Eduardo Galeano | Poema

    Eduardo Galeano

    Nosotros 
    tenemos la alegría de nuestras alegrías 
    y también tenemos 
    la alegría de nuestros dolores 
    porque no nos interesa la vida indolora 
    que la civilización del consumo 
    vende en los supermercados 
    y estamos orgullosos 

  • Los pájaros prohibidos, de Eduardo Galeano | Poema

    Eduardo Galeano

    Los presos políticos uruguayos no pueden hablar sin permiso, silbar, sonreír, cantar, caminar rápido ni saludar a otro preso. 

    Tampoco pueden dibujar ni recibir dibujos de mujeres embarazadas, parejas, mariposas, estrellas ni pájaros. 

  • El viaje, de Eduardo Galeano | Poema

    Eduardo Galeano

    Oriol Vall, que se ocupa de los recién nacidos en un hospital de Barcelona, dice que el primer gesto humano es el abrazo. Después de salir al mundo, al principio de sus días, los bebés manotean, como buscando a alguien. 

  • El opio de los pueblos, de Eduardo Galeano | Poema

    Eduardo Galeano

    ¿En qué se parece el fútbol a Dios?. En la devoción que le tienen muchos creyentes y en la desconfianza que el tienen muchos intelectuales. 

  • El derecho al delirio, de Eduardo Galeano | Poema

    Eduardo Galeano

    ¿Qué tal si deliramos por un ratito? ¿Qué tal si clavamos los ojos más allá de la infamia para adivinar otro mundo posible? 
    El aire estará limpio de todo veneno que no provenga de los miedos humanos y de las humanas pasiones; 

  • El fútbol, de Eduardo Galeano | Poema

    Eduardo Galeano

    La historia del fútbol es un triste viaje del placer al deber. A medida que el deporte se ha hecho industria, ha ido desterrando la belleza que nace de la alegría de jugar porque sí. 

  • Cargar más
banner cuadrado de Audible
banner horizontal de Audible

Pie de página

  • Privacidad
  • Apoyar