Las muchachas sencillas dudan que el mundo sea un balneario para lograr bronceados excitantes y exhibirse como carne en la parrilla de una hostería al aire libre.
Las muchachas sencillas no cultivan el arte de reptar hacia la fama ni confunden a las personas con peldaños ni practican ocios ni negocios ni firman con el trasero contratos millonarios. Las muchachas sencillas estudian en liceos con goteras, trabajan en industrias y oficinas, rehúyen las rodillas del gerente, hacen el amor con Luis González en hoteles, en carpas, en cerros, en lugares sencillos.
Las muchachas sencillas se convierten en madres, en esposas sencillas, luchan largos años como sin darse cuenta, llenándose de canas, de várices y nietos. Y cuando abandonan este mundo dejan por todo recuerdo sus miradas en fotos arrugadas y sencillas.
Las muchachas sencillas dudan que el mundo sea un balneario para lograr bronceados excitantes y exhibirse como carne en la parrilla de una hostería al aire libre.
Si ser poeta significa poner cara de ensueño, perpetrar recitales a vista y paciencia del público indefenso, inflingirle poemas al crepúsculo y a los ojos de una amiga de quien deseamos no precisamente sus ojos; si ser poeta significa allegarse a mecenas de conducta sexual dudosa, tomar té con ga