A oscuras, yacentes en el mismo lecho, somos brasas despiertas que vigilan el pulso de sus lumbres. Me animo y aventuro mi mano por su cuerpo: voy encontrando laderas y llanuras, asomo de pezones y un par de lomas redondas que en un precipicio aparta, haciendo entre las dos una cañada. A tientas en su fondo palpo un inasible vello casi sueño... Parece que ando cerca de las puertas del cielo. El merodeo prosigue y después de subidas y bajadas, bajadas y subidas, doy con algo inédito y matrero. - ¡Hallazgo afortunado que al fin me queda como anillo al dedo!-
Vivir la tempestad de los silencios de tu ausencia inmortal, palpar tu imagen cóncava, sitiando mi enardecida espera con el temblor constante de no ser y de ser al mismo tiempo.
A oscuras, yacentes en el mismo lecho, somos brasas despiertas que vigilan el pulso de sus lumbres. Me animo y aventuro mi mano por su cuerpo: voy encontrando laderas y llanuras, asomo de pezones y un par de lomas redondas