Dilo, dilo otra vez, y aún otra más
que me quieres, aunque esta palabra duplicada,
en tus labios, el canto del cuclillo recuerde.
Y no olvides que nunca la fresca primavera
llegó al monte o al llano, al valle o a los bosques,
en su entero verdor, sin la voz del cuclillo.
Me saluda en las sombras, amado mío, incierta,
esa voz de un espíritu, y en mi duda angustiosa,
grito: ¡Vuelve a decir que me quieres! ¿Quién
teme demasiadas estrellas, aunque los cielos se llenen,
o un exceso de flores atando todo el año?
Di que me quieres, di que me quieres: renueva
el tañido de plata ; pero piensa, amado,
en quererme también con el alma, en silencio.
Say over again, and yet once over again,
That thou dost love me. Though the word repeated
Should seem 'a cuckoo-song,' as thou dost treat it,
Remember, never to the hill or plain,
Valley and wood, without her cuckoo-strain
Comes the fresh Spring in all her green completed.
Belovèd, I, amid the darkness greeted
By a doubtful spirit-voice, in that doubt’s pain
Cry, 'Speak once more—thou lovest!' Who can fear
Too many stars, though each in heaven shall roll,
Too many flowers, though each shall crown the year?
Say thou dost love me, love me, love me—toll
The silver iterance!—only minding, Dear,
To love me also in silence with thy soul.