Declinaciones del monólogo, de Eunice Odio | Poema

    Poema en español
    Declinaciones del monólogo

       I 


    Estoy sola, 
    muy sola, 
    entre mi cintura y mi vestido, 
    sola entre mi voz entera, 
    con una carga de ángeles menudos 
    como esas caricias 
    que se desploman solas en los dedos. 
    Entre mi pelo, a la deriva, 
    un remero azul, 
    confundido, 
    busca un niño de arena. 
    Sosteniendo sus tribus de olores 
    con un hilo pálido, 
    contra un perfil de rosa, 
    en el rincón más quieto de mis párpados 
    trece peregrinos se agolpan. 



       II 


    Arqueándome ligeramente 
    sobre mi corazón de piedra en flor 
    para verlo, 
    para calzarme sus arterias y mi voz 
    en un momento dado 
    en que alguien venga, 
    y me llame... 
    pero ahora que no me llame nadie, 
    que no quepo en la voz de nadie, 
    que no me llamen, 
    porque estoy bajando al fondo de mi pequeñez, 
    a la raíz complacida de mi sombra, 
    porque ahora estoy bajando al agónico 
    tacto de un minero, con su media flor al hombro, 
    y una gran letra de te quiero al cinto. 
    Y bajo más, 
    a las inmediaciones del aire 
    que aligerado espera las letras de su nombre 
    para nacer perfecto y habitable. 
    Bajo, 
    desciendo mucho más, 
    ¿quién me encontrará? 
    Me calzo mis arterias 
    (qué gran prisa tengo), 
    me calzo mis arterias y mi voz, 
    me pongo mi corazón de piedra en flor, 
    para que en un momento dado 
    alguien venga, 
    y me llame, 
    y no esté yo 
    ligeramente arqueada sobre mi corazón, para verlo. 
    y no tenga yo que irme y dejar mi gran voz, 
    y mi alto corazón 
    de piedra en flor.