La costurerita que dio aquel mal paso y lo peor de todo, sin necesidad con el sinvergüenza que no la hizo caso después según dicen en la vecindad
se fue hace dos días. Ya no era posible fingir por más tiempo. Daba compasión verla aguantar esa maldad insufrible de las compañeras, ¡tan sin corazón!
Aunque a nada llevan las conversaciones, en el barrio corren mil suposiciones y hasta en algo grave se llega a creer.
¡Qué cara tenía la costurerita, qué ojos más extraños, esa tardecita que dejó la casa para no volver!