San José de la esquina, de Ezequiel Martínez Estrada | Poema

    Poema en español
    San José de la esquina

    Apenas te distingo, fragmentario 
    de tan lejano y tan pequeño. 
    Un poco de memoria y otro poco de sueño 
    te ven reconstruyendo en un plano arbitrario. 

    La casa amplia tenía 
    rejas en las ventanas y la luna tras ellas. 
    Después la galería 
    y un tapial erizado con vidrios de botellas. 

    Una tarde llovió con sol. Qué vieja y nueva 
    esa lluvia de otro, y con cuanta alegría 
    cantaba yo: “que llueva, la vieja está en la cueva”. 
    Así sigue lloviendo en mi alma todavía. 

    Fuera del pueblo, en casa de una vieja. 
    Una pala de sacar pan. Un horno. Otro chico. Algún juego. 
    La vieja que pitaba un cigarro de chala. 
    Recuerdo bien la mano, el cigarro y el fuego. 

    ¿Y algo más? Una fiesta junto a un río. 
    La gente alegre, el viento a toda orquesta. 
    Debió ser una fiesta muy triste aquella fiesta 
    pues mi madre se puso a llorar de repente. 

    (Un pañuelo de seda, cuadriculado, el río, 
    mucha gente en el aire y un sol amarillento 
    coches. Gente cantando. Y nada más. Dios mío, 
    y nada más que el sol, las lágrimas y el viento). 

    Ah para siempre inmóviles recuerdos tan remotos 
    que no sé si son míos, si ciertos o de fiebre. 
    Tengo miedo al tocarlos porque están casi rotos 
    que éste se me deforme y el otro se me quiebre.