Elegía del silencio, de Federico García Lorca | Poema

    Poema en español
    Elegía del silencio

    Julio de 1920 
     
    Silencio, ¿dónde llevas 
    tu cristal empañado 
    de risas, de palabras 
    y sollozos del árbol? 
    ¿Cómo limpias, silencio, 
    el rocío del canto 
    y las manchas sonoras 
    que los mares lejanos 
    dejan sobre la albura 
    serena de tu manto? 
    ¿Quién cierra tus heridas 
    cuando sobre los campos 
    alguna vieja noria 
    clava su lento dardo 
    en tu cristal inmenso? 
    ¿Dónde vas si al ocaso 
    te hieren las campanas 
    y quiebran tu remanso 
    las bandadas de coplas 
    y el gran rumor dorado 
    que cae sobre los montes 
    azules sollozando? 

    El aire del invierno 
    hace tu azul pedazos, 
    y troncha tus florestas 
    el lamentar callado 
    de alguna fuente fría. 
    Donde posas tus manos, 
    la espina de la risa 
    o el caluroso hachazo 
    de la pasión encuentras. 
    Si te vas a los astros, 
    el zumbido solemne 
    de los azules pájaros 
    quiebra el gran equilibrio 
    de tu escondido cráneo. 
    Huyendo del sonido 
    eres sonido mismo, 
    espectro de armonía, 
    humo de grito y canto. 
    Vienes para decirnos 
    en las noches oscuras 
    la palabra infinita 
    sin aliento y sin labios. 

    Taladrado de estrellas 
    y maduro de música, 
    ¿dónde llevas, silencio, 
    tu dolor extrahumano, 
    dolor de estar cautivo 
    en la araña melódica, 
    ciego ya para siempre 
    tu manantial sagrado? 

    Hoy arrastran tus ondas 
    turbias de pensamiento 
    la ceniza sonora 
    y el dolor del antaño. 
    Los ecos de los gritos 
    que por siempre se fueron. 
    El estruendo remoto 
    del mar, momificado. 

    Si Jehová se ha dormido 
    sube al trono brillante, 
    quiébrale en su cabeza 
    un lucero apagado, 
    y acaba seriamente 
    con la música eterna, 
    la armonía sonora 
    de luz, y mientras tanto, 
    vuelve a tu manantial, 
    donde en la noche eterna, 
    antes que Dios y el tiempo, 
    manabas sosegado.

    Federico García Lorca (Fuentevaqueros, 5 de junio de 1898 – camino de Víznar a Alfacar, 1936) fue un poeta y dramaturgo español, adscrito a la generación del 27. Desde pequeño entró en contacto con las artes a través de la música y el dibujo. En 1915 comenzó a estudiar Filosofía y Letras, así como Derecho, en la Universidad de Granada. Formó parte de El Rinconcillo, tertulia de los artistas granadinos, donde conoció a Manuel de Falla. Entre 1916 y 1917 realizó una serie de viajes por España con sus compañeros de estudios, que inspiraron su primer libro Impresiones y paisajes (1918). En 1919 se instaló en la Residencia de Estudiantes de Madrid, coincidiendo con numerosos artistas e intelectuales como Luis Buñuel, Rafael Alberti o Salvador Dalí. Allí empezó a florecer su actividad literaria, con la publicación de obras como Libro de poemas (1921) o El maleficio de la mariposa (1920). En 1929 viajó a Nueva York por sugerencia de Fernando de los Ríos, plasmando este viaje en Poeta en Nueva York, que se publicaría cuatro años después de su muerte, en 1940. En 1931 fundó el grupo teatral universitario La Barraca, para acercar el teatro al pueblo mediante obras del Siglo de Oro. Otro viaje a Buenos Aires en 1933 hizo crecer más su popularidad con el estreno de Bodas de Sangre y a su vuelta a España, un año después, siguió publicando diversas obras como Yerma o La casa de Bernarda Alba. En 1936, al regresar a Granada, fue detenido y fusilado por sus ideas liberales.