Iglesia abandonada, de Federico García Lorca | Poema

    Poema en español
    Iglesia abandonada

    Yo tenía un hijo que se llamaba Juan. 
    Yo tenía un hijo. 
    Se perdió por los arcos un viernes de todos los muertos. 
    Le vi jugar en las últimas escaleras de la misa 
    y echaba un cubito de hojalata en el corazón del sacerdote. 
    He golpeado los ataúdes. ¡Mi hijo! ¡Mi hijo! ¡Mi hijo! 
    Saqué una pata de gallina por detrás de la luna y luego 
    comprendí que mi niña era un pez 
    por donde se alejan las carretas. 
    Yo tenía una niña. 
    Yo tenía un pez muerto bajo la ceniza de los incensarios. 
    Yo tenía un mar. ¿De qué? ¡Dios mío! ¡Un mar! 
    Subí a tocar las campanas, pero las frutas tenían gusanos. 
    y las cerillas apagadas 
    se comían los trigos de la primavera. 
    Yo vi la transparente cigüeña de alcohol 
    mondar las negras cabezas de los soldados agonizantes 
    y vi las cabañas de goma 
    donde giraban las copas llenas de lágrimas. 
    En las anémonas del ofertorio te encontraré, ¡corazón mío!, 
    cuando el sacerdote levanta la mula y el buey con sus fuertes brazos, 
    para espantar los sapos nocturnos que rondan los helados paisajes del cáliz. 
    Yo tenía un hijo que era un gigante, 
    pero los muertos son más fuertes y saben devorar pedazos de cielo. 
    Si mi niño hubiera sido un oso, 
    yo no temería el sigilo de los caimanes, 
    ni hubiese visto el mar amarrado a los árboles 
    para ser fornicado y herido por el tropel de los regimientos. 
    ¡Si mi niño hubiera sido un oso! 
    Me envolveré sobre esta lona dura para no sentir el frío de los musgos. 
    Sé muy bien que me darán una manga o la corbata; 
    pero en el centro de la misa yo romperé el timón y entonces 
    vendrá a la piedra la locura de pingüinos y gaviotas 
    que harán decir a los que duermen y a los que cantan por las esquinas: 
    Él tenía un hijo. 
    ¡Un hijo!. ¡Un hijo!. ¡Un hijo 
    que no era más que suyo, porque era su hijo. 
    Su hijo. Su hijo. Su hijo. 

    Federico García Lorca (Fuentevaqueros, 5 de junio de 1898 – camino de Víznar a Alfacar, 1936) fue un poeta y dramaturgo español, adscrito a la generación del 27. Desde pequeño entró en contacto con las artes a través de la música y el dibujo. En 1915 comenzó a estudiar Filosofía y Letras, así como Derecho, en la Universidad de Granada. Formó parte de El Rinconcillo, tertulia de los artistas granadinos, donde conoció a Manuel de Falla. Entre 1916 y 1917 realizó una serie de viajes por España con sus compañeros de estudios, que inspiraron su primer libro Impresiones y paisajes (1918). En 1919 se instaló en la Residencia de Estudiantes de Madrid, coincidiendo con numerosos artistas e intelectuales como Luis Buñuel, Rafael Alberti o Salvador Dalí. Allí empezó a florecer su actividad literaria, con la publicación de obras como Libro de poemas (1921) o El maleficio de la mariposa (1920). En 1929 viajó a Nueva York por sugerencia de Fernando de los Ríos, plasmando este viaje en Poeta en Nueva York, que se publicaría cuatro años después de su muerte, en 1940. En 1931 fundó el grupo teatral universitario La Barraca, para acercar el teatro al pueblo mediante obras del Siglo de Oro. Otro viaje a Buenos Aires en 1933 hizo crecer más su popularidad con el estreno de Bodas de Sangre y a su vuelta a España, un año después, siguió publicando diversas obras como Yerma o La casa de Bernarda Alba. En 1936, al regresar a Granada, fue detenido y fusilado por sus ideas liberales.