El lagarto viejo, de Federico García Lorca | Poema

    Poema en español
    El lagarto viejo

    En la agostada senda 
    he visto al buen lagarto 
    (gota de cocodrilo) 
    meditando. 
    Con su verde levita 
    de abate del diablo, 
    su talante correcto 
    y su cuello planchado, 
    tiene un aire muy triste 
    de viejo catedrático. 
    ¡Esos ojos marchitos 
    de artista fracasado, 
    cómo miran la tarde 
    desmayada! 

    ¿Es éste su paseo 
    crepuscular, amigo? 
    Usad bastón, ya estáis 
    muy viejo. Don Lagarto, 
    y los niños del pueblo 
    pueden daros un susto. 
    ¿Qué buscáis en la senda, 
    filósofo cegato, 
    si el fantasma indeciso 
    de la tarde agosteña 
    ha roto el horizonte? 

    ¿Buscáis el azul limosna 
    del cielo moribundo? 
    ¿Un céntimo de estrella? 
    ¿O acaso 
    estudiasteis un libro 
    de Lamartine, y os gustan 
    los trinos platerescos 
    de los pájaros? 

    (Miras al sol poniente, 
    y tus ojos relucen, 
    ¡oh dragón de las ranas! 
    con un fulgor humano. 
    Las góndolas sin remos 
    de las ideas, cruzan 
    el agua tenebrosa 
    de tus iris quemados.) 

    ¿Venís quizá en la busca 
    de la bella lagarta, 
    verde como los trigos 
    de mayo, 
    como las cabelleras 
    de las fuentes dormidas, 
    que os despreciaba, y luego 
    se fue de vuestro campo? 
    ¡Oh dulce idilio roto 
    sobre la fresca juncia! 
    ¡Pero vivir!, ¡qué diantre! 
    me habéis sido simpático. 
    El lema de 'me opongo 
    a la serpiente' triunfa 
    en esa gran papada 
    de arzobispo cristiano. 
    Ya se ha disuelto el sol 
    en la copa del monte, 
    y enturbian el camino 
    los rebaños. 
    Es hora de marcharse, 
    dejad la angosta senda 
    y no continuéis 
    meditando. 
    Qué lugar tendréis luego 
    de mirar las estrellas 
    cuando os coman sin prisa 
    los gusanos. 

    ¡Volved a vuestra casa 
    bajo el pueblo de grillos! 
    ¡Buenas noches, amigo 
    Don Lagarto! 
    Ya está el campo sin gente, 
    los montes apagados 
    y el camino desierto; 
    sólo de cuando en cuando 
    canta un cuco en la umbría 
    de los álamos.

    Federico García Lorca (Fuentevaqueros, 5 de junio de 1898 – camino de Víznar a Alfacar, 1936) fue un poeta y dramaturgo español, adscrito a la generación del 27. Desde pequeño entró en contacto con las artes a través de la música y el dibujo. En 1915 comenzó a estudiar Filosofía y Letras, así como Derecho, en la Universidad de Granada. Formó parte de El Rinconcillo, tertulia de los artistas granadinos, donde conoció a Manuel de Falla. Entre 1916 y 1917 realizó una serie de viajes por España con sus compañeros de estudios, que inspiraron su primer libro Impresiones y paisajes (1918). En 1919 se instaló en la Residencia de Estudiantes de Madrid, coincidiendo con numerosos artistas e intelectuales como Luis Buñuel, Rafael Alberti o Salvador Dalí. Allí empezó a florecer su actividad literaria, con la publicación de obras como Libro de poemas (1921) o El maleficio de la mariposa (1920). En 1929 viajó a Nueva York por sugerencia de Fernando de los Ríos, plasmando este viaje en Poeta en Nueva York, que se publicaría cuatro años después de su muerte, en 1940. En 1931 fundó el grupo teatral universitario La Barraca, para acercar el teatro al pueblo mediante obras del Siglo de Oro. Otro viaje a Buenos Aires en 1933 hizo crecer más su popularidad con el estreno de Bodas de Sangre y a su vuelta a España, un año después, siguió publicando diversas obras como Yerma o La casa de Bernarda Alba. En 1936, al regresar a Granada, fue detenido y fusilado por sus ideas liberales.