Ojos de mayor gracia y hermosura,
que han dado envidia al sol, color al cielo
si es al zafiro natural el hielo,
¿cómo encendéis con vuestra lumbre pura?
¿Por qué de la modesta compostura
con que os adorna de vergüenza un velo,
nace un deseo, que derriba al suelo
lo que el amor platónico procura?
Miráis y no teméis, ojos traidores,
que con vuestros venenos fueran vanos
cuantos el miedo halló ni vio el profundo.
Matáis de amor y no sabéis de amores,
seguros de veneno y más tiranos
que fue Nerón, pues abrasáis el mundo.