En fin, en fin, tras tanto andar muriendo, tras tanto varïar vida y destino, tras tanto de uno en otro desatino, pensar todo apretar, nada cogiendo;
tras tanto acá y allá, yendo y viniendo cual sin aliento, inútil peregrino; ¡oh Dios!, tras tanto error del buen camino yo mismo de mi mal ministro siendo,
hallo, en fin, que ser muerto en la memoria del mundo es lo mejor que en él se asconde, pues es la paga dél muerte y olvido;
y en un rincón vivir con la vitoria de sí, puesto el querer tan sólo adonde es premio el mismo Dios de lo servido.
«¿Cuál es la causa, mi Damón, que estando en la lucha de amor juntos trabados con lenguas, brazos, pies y encadenados cual vid que entre el jazmín se va enredando