Vino primero tenue y acarició su pelo, nube de mariposas rozando sus mejillas; era el beso de un ángel flotando en las orillas de sus ojos azules con reflejos de cielo.
Y se agitó en ligeros y suaves remolinos trepando dulce y ágil en torno a su figura, cubriendo en un abrazo la flor de su cintura, llevando su perfume por todos los caminos.
Llegó por las esquinas borracho y pendenciero, y sacudió su blusa con empuje atrevido. Era intenso y robusto, rebelde y encendido, y la apretó con fuertes tentáculos de acero.
Se transformó en violento ciclón desesperado, arrancando la falda con sus múltiples manos, invadiendo los fondos recónditos y arcanos, y arrebatando el fuego de su cuerpo azotado.
Gentil soplo de viento crecido sin medida, tierno beso de amigo transformado en amante, leve caricia alzada en pasión dominante, sueños nunca vividos de una ocasión perdida.
Hay un mundo de encanto, de íntima fantasía, donde nunca anochece ni se mueren las rosas; mundo que no depende de la tecnología, y donde las amantes son a la vez esposas.
Vino primero tenue y acarició su pelo, nube de mariposas rozando sus mejillas; era el beso de un ángel flotando en las orillas de sus ojos azules con reflejos de cielo.