El sol de la timidez
me lame la nuca,
eriza las ideas
en atascado fluir del verbo,
lengua sin idioma,
paladar sin verso.
¿A qué sabe un poema?
¿De qué color son los sueños?
Blanco, amarillo, violeta
amargo, si no es compartido.
Sus labios... ¿A qué saben
con los míos? ¿Y los míos?
¿Acaso saben de sueños?
Me mojo los labios
y repito la jugada:
¿A qué saben sus labios con los míos?
¿Por qué sus labios?
¿Acaso con los suyos,
estos, serán más lúcidos,
menos míos?
Muérdete la lengua,
que sangre el idioma
sus sinónimos de jerga desarmada,
anegue a tragos tu ironía desencantada.
Sus labios son suyos,
y más suyos son los míos
cuando su baile
nombra los juncos pronunciados de brisa,
los suspiros de mariposa anhelante,
arrullo de melodía vespertina,
creo en los labios
en la fortaleza de los suyos;
mis besos, se los guardo.
Sus besos: los entregue a cada rato.
Era mucho más fácil
Lo más fácil era soltarlo todo
y echar a volar,
sin avisos, sin maletas, sin sombrero,
sin alas, sin hambre de carnicero.
Era marcharse a cualquier otro lugar
inevitablemente dentro de este sitio.
El sol de la timidez
me lame la nuca,
eriza las ideas
en atascado fluir del verbo,
lengua sin idioma,
paladar sin verso.
¿A qué sabe un poema?
¿De qué color son los sueños?
Blanco, amarillo, violeta
amargo, si no es compartido.
Cuando se agota la paciencia,
siempre cae de ningún lado esta guerra.
Yo también quiero un jardín jugando
a las muñecas, una casa de madera limpia,
de aire fresco y ventanas de seda.
Escondite es búsqueda.
Búsqueda de la inadvertencia
ante semejante lluvia.
Caen planetas como ídolos
sobre charcos ocultando grúas.
El compromiso es para los suicidas.
Las grandes creaciones cuestan la vida
porque valen la existencia y la intriga.
Los pájaros no lloran.
Agua distante y solidez,
la lágrima del iceberg.
La sombra ingaseosa:
sedimento de la opacidad.
El mar como consecuencia
o profundidad. La almohada
del retorno eterno. Retoño
de la adversidad. Quizá.
¿Está usted loco?
Loco está usted, loco,
usted está usted,
y yo no le digo nada.
Quien diga lo contrario loco
miente usted, está usted,
usted está y yo soy el loco.
Para estar hay que creer.
¿Loco? Espere usted.
Dame un minuto por favor.
Me gustaría hablar
en este aciago día
sobre la...
sobre la paz en el mundo:
Aprovecho esta...
a ver si me dejan.
Ramas esculpidas bajo mármol,
lluvia entre cascadas de sables,
sombras hundidas en el barro.
Desde entonces soy rayo latente.
Antes encina, nogal, a veces sauce.
Ahora me quedo fuego, impotente.