Cuando se agota la paciencia,
siempre cae de ningún lado esta guerra.
Yo también quiero un jardín jugando
a las muñecas, una casa de madera limpia,
de aire fresco y ventanas de seda.
Los días nos acariciarán la nuca,
las noches nos sujetarán la espalda
si nos dejamos caer como nunca.
Yo también quiero mullir tu almohada,
bienvenirte con un beso joven en la boca,
no tener que abrazar el borde de la cama.
Será difícil. No creo en el amor para siempre,
en este crecimiento infinito que vacía
toda fuente de esperanza de quedarnos fuertes.
No creo en el amor,
yo sólo creo en ti
y en el fin de los días.