Hay quienes cobran la baja mientras trabajan, y quienes trabajan pero nunca cobrarán paro. Hay quienes se dan de alta y no trabajan y quienes son pobres y/o trabajan y/o como esclavos y/o sin contrato.
Política de empleo sin empleados: política de intermediario.
No hay dinero para ideas-migaja, pero cada mes se descorcha una tarta de cincuenta pisos cimentada en facturas falsas.
Allí anidan los buitres de corbata, allá donde mil bocados no destacan.
Hay quienes trabajan toda su vida pero no gastan: ahorran, guardan para los hijos de los hijos.
Hay quienes gastan lo que no ganan porque antes se derrocha lo inmerecido.
¿Qué “empresario” contrata una semana al año? ¿Cuántos enchufados maman de un autónomo?
El que más rápido gana más invierte en abogados; el que más pronto pierde más impuestos le ha costado.
Hay quienes muerden día tras días y ocultan los dientes dorados entre los cómplices de su mafilia.
Otros, víctimas y verdugos, hartos de mendigar en misa pasan el día entre asesinos, arrepentidos de robar gallinas.