En su vecindad el tiempo parece que no corriera, pues el invierno es verano, y el otoño, primavera: Las noches se vuelven días, los días no tienen fecha, y cuando el sol se termina parece que el sol empieza. Sus ojos siempre lejanos
Ni el tiempo que al pasar me repetía que no tendría fin mi desventura será capaz con su palabra obscura de resistir la luz de mi alegría, ni el espacio que un día y otro día convertía distancia en amargura me apartará de la persona pura
En la ciudad callada y sola mi voz despierta una profunda resonancia. Mientras la noche va creciendo pronuncio un nombre y este nombre me acompaña. La soledad es poderosa pero sucumbe ante mi voz enamorada.