Milenaria curiosidad, de Francisco Onieva | Poema

    Poema en español
    Milenaria curiosidad

    Cuando el agua se enfría 
    y adquiere su mayor volumen, 
    las carpas recelosas 
    y adormiladas, sobre el lecho inmóvil, 
    se tragan la corriente 
    con su invernal torpeza. 

    De un movimiento seco 
    y preciso, pretenden capturar 
    las burbujas de sol 
    que penetran el cuerpo sagrado de las aguas. 

    Inútiles. Aguardan. Inflexibles 
    y obstinadas. 

    Pero cuando el invierno se muestra más benigno, 
    miran con milenaria 
    curiosidad 
    la pizarrosa orilla 
    y te buscan en cada ion de silencio. 

    Se alejan de la orilla una palabra. 
    Aprovechan las sombras de los árboles 
    y de las rocas 
    y remontan el fluir 
    detenido del mundo.