Las máquinas nos mascan con dientes igualitos y salen aeroplanos, gramolas, ascensores... ; del sudor y la sangre, un mundo limpio y nuevo. (Y a veces instantáneos palacios de luz loca donde los millonarios gastan todos sus ceros.)
Mas a los que nacimos pequeños y callados nos queda la materia común de los fracasos, el fiemo espeso y dulce que todo lo aglutina, la podredumbre madre.
Se ha perdido un hombre calvo, de ojos claros. Se ignora su nombre. Ya no tiene años. Confunde su vida con lo que ha inventado. Viste como todos. No es ni alto ni bajo. // Se ha perdido un hombre que salió buscando algo cuyo nombre
Cuando ya nada se espera personalmente exaltante, mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia, fieramente existiendo, ciegamente afirmado, como un pulso que golpea las tinieblas,