Besos, de Gabriela Mistral | Poema

    Poema en español
    Besos

    Hay besos que pronuncian por sí solos 
    la sentencia de amor condenatoria, 
    hay besos que se dan con la mirada 
    hay besos que se dan con la memoria. 

    Hay besos silenciosos, besos nobles 
    hay besos enigmáticos, sinceros 
    hay besos que se dan sólo las almas 
    hay besos por prohibidos, verdaderos. 

    Hay besos que calcinan y que hieren, 
    hay besos que arrebatan los sentidos, 
    hay besos misteriosos que han dejado 
    mil sueños errantes y perdidos. 

    Hay besos problemáticos que encierran 
    una clave que nadie ha descifrado, 
    hay besos que engendran la tragedia 
    cuantas rosas en broche han deshojado. 

    Hay besos perfumados, besos tibios 
    que palpitan en íntimos anhelos, 
    hay besos que en los labios dejan huellas 
    como un campo de sol entre dos hielos. 

    Hay besos que parecen azucenas 
    por sublimes, ingenuos y por puros, 
    hay besos traicioneros y cobardes, 
    hay besos maldecidos y perjuros. 

    Judas besa a Jesús y deja impresa 
    en su rostro de Dios, la felonía, 
    mientras la Magdalena con sus besos 
    fortifica piadosa su agonía. 

    Desde entonces en los besos palpita 
    el amor, la traición y los dolores, 
    en las bodas humanas se parecen 
    a la brisa que juega con las flores. 

    Hay besos que producen desvaríos 
    de amorosa pasión ardiente y loca, 
    tú los conoces bien son besos míos 
    inventados por mí, para tu boca. 

    Besos de llama que en rastro impreso 
    llevan los surcos de un amor vedado, 
    besos de tempestad, salvajes besos 
    que solo nuestros labios han probado. 

    ¿Te acuerdas del primero...? Indefinible; 
    cubrió tu faz de cárdenos sonrojos 
    y en los espasmos de emoción terrible, 
    llenáronse de lágrimas tus ojos. 

    ¿Te acuerdas que una tarde en loco exceso 
    te vi celoso imaginando agravios, 
    te suspendí en mis brazos... vibró un beso, 
    y qué viste después...? Sangre en mis labios. 

    Yo te enseñé a besar: los besos fríos 
    son de impasible corazón de roca, 
    yo te enseñé a besar con besos míos 
    inventados por mí, para tu boca.

    Gabriela Mistral nació en Vicuña, Chile, en 1889, y murió en Nueva York en 1957. Obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1945 y el Premio Nacional de Literatura en 1951. Publicó los poemarios Desolación (1922), Ternura (1924), Tala (1938) y Lagar (1954). Póstumamente aparecieron Poema de Chile (1967) y Almácigo (2016), entre otros. Fue también una ensayista y cronista cuya importancia es reivindicada cada vez más. En esa línea, Lumen ha publicado Niña errante (2010), su correspondencia con Doris Dana, y Caminando se siembra. Prosas inéditas (2013).

    • Que mi dedito lo cogió una almeja, 
      y que la almeja se cayó en la arena, 
      y que la arena se la tragó el mar. 
      Y que del mar la pescó un ballenero 
      y el ballenero llegó a Gibraltar; 
      y que en Gibraltar cantan pescadores: 
      -«Novedad de tierra sacamos del mar, 

    • Hay países que yo recuerdo 
      como recuerdo mis infancias. 
      Son países de mar o río, 
      de pastales, de vegas y aguas. 
      Aldea mía sobre el Ródano, 
      rendida en río y en cigarras; 
      Antilla en palmas verdi-negras 
      que a medio mar está y me llama; 

    • Doña Primavera 
      viste que es primor, 
      viste en limonero 
      y en naranjo en flor. 

      Lleva por sandalias 
      unas anchas hojas, 
      y por caravanas 
      unas fucsias rojas. 

      Salid a encontrarla 
      por esos caminos. 
      ¡Va loca de soles 
      y loca de trinos!