Desolación, de Gabriela Mistral | Poema

    Poema en español
    Desolación

    La bruma espesa, eterna, para que olvide dónde 
    me ha arrojado la mar en su ola de salmuera. 
    La tierra a la que vine no tiene primavera: 
    tiene su noche larga que cual madre me esconde. 

    El viento hace a mi casa su ronda de sollozos 
    y de alarido, y quiebra, como un cristal, mi grito. 
    Y en la llanura blanca, de horizonte infinito, 
    miro morir intensos ocasos dolorosos. 

    ¿A quién podrá llamar la que hasta aquí ha venido 
    si más lejos que ella sólo fueron los muertos? 
    ¡Tan sólo ellos contemplan un mar callado y yerto 
    crecer entre sus brazos y los brazos queridos! 

    Los barcos cuyas velas blanquean en el puerto 
    vienen de tierras donde no están los que no son míos; 
    sus hombres de ojos claros no conocen mis ríos 
    y traen frutos pálidos, sin la luz de mis huertos. 

    Y la interrogación que sube a mi garganta 
    al mirarlos pasar, me desciende, vencida: 
    hablan extrañas lenguas y no la conmovida 
    lengua que en tierras de oro mi pobre madre canta. 

    Miro bajar la nieve como el polvo en la huesa; 
    miro crecer la niebla como el agonizante, 
    y por no enloquecer no encuentro los instantes, 
    porque la noche larga ahora tan solo empieza. 

    Miro el llano extasiado y recojo su duelo, 
    que viene para ver los paisajes mortales. 
    La nieve es el semblante que asoma a mis cristales: 
    ¡siempre será su albura bajando de los cielos! 

    Siempre ella, silenciosa, como la gran mirada 
    de Dios sobre mí; siempre su azahar sobre mi casa; 
    siempre, como el destino que ni mengua ni pasa, 
    descenderá a cubrirme, terrible y extasiada.

    Gabriela Mistral nació en Vicuña, Chile, en 1889, y murió en Nueva York en 1957. Obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1945 y el Premio Nacional de Literatura en 1951. Publicó los poemarios Desolación (1922), Ternura (1924), Tala (1938) y Lagar (1954). Póstumamente aparecieron Poema de Chile (1967) y Almácigo (2016), entre otros. Fue también una ensayista y cronista cuya importancia es reivindicada cada vez más. En esa línea, Lumen ha publicado Niña errante (2010), su correspondencia con Doris Dana, y Caminando se siembra. Prosas inéditas (2013).