Podría haber en la guadaña un rápido reflejo, y el rumor tornar y perderse por grados hacia las grutas, y el viento podría de otra sal enrojecer los ojos...
Podrías, la quilla sumergida, oírla deslizarse a lo lejos, o a una gaviota equivocar su pico, la presa huida, en el espejo...
Del trigo de noches y días colmadas mostraste las manos, delfines de los viejos tirrenos viste pintados en secretos muros inmateriales y, luego, detrás de las naves, vivos volar, y tierra eres aún de cenizas de inventores sin descanso.
Cauto temblor podría otra vez a adormecedoras mariposas en los olivos, de un instante a otro, despertar; quedarás inspiradas vigilias de extintos, intervenciones insomnes de ausentes, la fuerza de cenizas, sombras en el raudo oscilar de las platas.
Continúas derribando al viento; desde abetos a palmeras el estrépito por siempre desolas; silente el grito de los muertos es más fuerte.
Podría haber en la guadaña un rápido reflejo, y el rumor tornar y perderse por grados hacia las grutas, y el viento podría de otra sal enrojecer los ojos...