Rima 40. Su mano entre mis manos, de Gustavo Adolfo Bécquer | Poema

    Poema en español
    Rima 40. Su mano entre mis manos

    Su mano entre mis manos, 
    sus ojos en mis ojos, 
    la amorosa cabeza 
    apoyada en mi hombro, 
    Dios sabe cuántas veces 
    con paso perezoso 
    hemos vagado juntos 
    bajo los altos olmos 
    que de su casa prestan 
    misterio y sombra al pórtico. 
    Y ayer... un año apenas, 
    pasado como un soplo, 
    ¡con qué exquisita gracia, 
    con qué admirable aplomo!, 
    me dijo al presentarnos 
    un amigo oficioso: 
    'Creo que en alguna parte 
    he visto a usted.' ¡Ah bobos! 
    que sois de los salones 
    comadres de buen tono, 
    y andabais allí a caza 
    de galantes embrollos; 
    ¡qué historia habéis perdido, 
    qué manjar tan sabroso 
    para ser devorado 
    sotto voce en un corro 
    detrás del abanico 
    de plumas y de oro!... 



    . . . . . . . . 



    Discreta y casta luna 
    copudos y altos olmos, 
    paredes de su casa, 
    umbrales de su pórtico, 
    callad y que el secreto 
    no salga de vosotros. 
    Callad, que por mi parte 
    yo lo he olvidado todo: 
    y ella... ella, no hay máscara 
    semejante a su rostro. 

    Gustavo Adolfo Bécquer, pseudónimo de Gustavo Claudio Domínguez Bastida, nació en Sevilla en 1836, e ingresó a los diez años en un colegio de huérfanos. Vivió más tarde con su madrina, donde empezó a leer a los autores realistas y románticos. En 1854 se instaló en Madrid. En 1857, sufrió una grave enfermedad. Posteriormente se dedicó al periodismo. Entre 1859 y 1861 escribe las primeras rimas y siete leyendas. En 1863 se recluye en el monasterio de Veruela, donde escribió Cartas desde mi celda. En 1868 Bécquer rompe con su esposa y se instala en Toledo. Reescribe las rimas. En 1870 muere su hermano Valeriano, el pintor, y tres meses más tarde él, en Madrid. Además de como poeta, donde revela una extrema sensibilidad, destaca como prosista, donde combina con maestría lo terrorífico y lo legendario.