Dictado por el agua, de Jorge Carrera Andrade | Poema

    Poema en español
    Dictado por el agua

       I 


    Aire de soledad, dios transparente 
    que en secreto edificas tu morada 
    ¿en pilares de vidrio de qué flores? 
    ¿sobre la galería iluminada 
    de qué río, qué fuente? 
    Tu santuario es la gruta de colores. 
    Lengua de resplandores 
    hablas, dios escondido, 
    alojo y al oído. 
    Sólo en la planta, el agua, el polvo asomas 
    con tu vestido de alas de palomas 
    despertando el frescor y el movimiento. 
    En tu caballo azul van los aromas, 
    Soledad convertida en elemento. 



       II 


    Fortuna de cristal, cielo en monedas, 
    agua, con tu memoria de la altura, 
    por los bosques y prados 
    viajas con tus alforjas de frescura 
    que guardan por igual las arboledas 
    y las hierbas, las nubes y ganados. 
    Con tus pasos mojados 
    y tu piel de inocencia 
    señalas tu presencia 
    hecha toda de lágrimas iguales, 
    agua de soledades celestiales. 
    Tus peces son tus ángeles menores 
    que custodian tesoros eternales. 



       III 


    Doncel de soledad, oh lirio armado 
    por azules espadas defendido, 
    gran señor con tu vara de fragancia, 
    a los cuentos del aire das oído. 
    A tu fiesta de nieve convidado 
    el insecto aturdido de distancia 
    licor de cielo escancia, 
    maestro de embriagueces 
    solitarias a veces. 
    Mayúscula inicial de la blancura: 
    De retazos de nube yagua pura 
    está urdido su cándido atavío 
    donde esplenden, nacidos de la altura 
    huevecillos celestes de rocío. 



       IV 


    Sueñas, magnolia casta, en ser paloma 
    o nubecilla enana, suspendida 
    sobre las hojas, luna fragmentada. 
    Solitaria inocencia recogida 
    en un nimbo de aroma. 
    Santa de la blancura inmaculada. 
    Soledad congelada 
    hasta ser alabastro 
    tumbal, lámpara o astro. 
    Tu oronda frente que la luz ampara 
    es del candor del mundo la alquitara 
    donde esencia secreta extrae el cielo. 
    En nido de hojas que el verdor prepara 
    esperas resignada el don del vuelo. 



       V 


    Flor de amor, flor de ángel, flor de abeja, 
    cuerpecillos medrosos, virginales 
    con pies de sombra, amortajados vivos, 
    ángeles en pañales. 
    El rostro de la dalia tras su reja, 
    los nardos que arden en su albura, altivos, 
    los jacintos cautivos 
    en su torre delgada 
    de aromas fabricada, 
    girasoles, del oro buscadores: 
    lenguas de soledad, todas las flores 
    niegan o asienten según habla el viento 
    y en la alquimia fugaz de los olores 
    preparan su fragante acabamiento. 



       VI 


    ¡De murallas que viste el agua pura 
    y de cúpula de aves coronado 
    mundo de alas, prisión de transparencia 
    donde vivo encerrado! 
    Quiere entrar la verdura 
    por la ventana a pasos de paciencia, 
    y anuncias tu presencia 
    con tu cesta de frutas, lejanía. 
    Mas cumplo cada día, 
    Capitán del color, antiguo amigo 
    de la tierra, mi límpido castigo. 
    Soy a la vez cautivo y carcelero 
    de esta celda de cal que anda conmigo, 
    de la que, oh muerte, guardas el llavero.