1964, de Jorge Luis Borges | Poema

    Poema en español
    1964

       I 


    Ya no es mágico el mundo. Te han dejado 
    ya no compartirás la clara luna 
    ni los lentos jardines. Ya no hay una 
    luna que no sea espejo del pasado, 

    cristal de soledad, sol de agonías. 
    Adiós las mutuas manos y las sienes 
    que acercaba el amor. Hoy sólo tienes 
    la fiel memoria y los desiertos días. 

    Nadie pierde (repites vanamente) 
    sino lo que no tiene y no ha tenido 
    nunca, pero no basta ser valiente 

    para aprender el arte del olvido. 
    Un símbolo, una rosa, te desgarra 
    y te puede matar una guitarra. 



       II 


    Ya no seré feliz. Tal vez no importa. 
    hay tantas otras cosas en el mundo; 
    un instante cualquiera es más profundo 
    y diverso que el mar. La vida es corta 

    y aunque las horas son tan largas, una 
    oscura maravilla nos acecha, 
    la muerte, ese otro mar, esa otra flecha 
    que nos libra del sol y de la luna 

    y del amor. La dicha que me diste 
    y me quitaste debe ser borrada; 
    lo que era todo tiene que ser nada. 

    Sólo me queda el goce de estar triste, 
    esa vana costumbre que me inclina 
    al sur, a cierta puerta, a cierta esquina.

    Jorge Luis Borges nació en Buenos Aires el 24 de agosto de 1899. Entre 1914 y 1921 vivió con su familia en Europa. A su regreso fundó las revistas Prisma y Proa, y publicó Fervor de Buenos Aires (1923) e Historia universal de la infamia (1935). Autor de poesía, cuento, ensayo y trabajos en colaboración, en las décadas siguientes su obra creció, fue traducida a más de veinticinco idiomas y alcanzó reconocimiento mundial. Fue presidente de la Sociedad Argentina de Escritores, director de la Biblioteca Nacional, miembro de la Academia Argentina de Letras y profesor de la Universidad de Buenos Aires. Recibió importantes distinciones de gobiernos extranjeros, y el título de doctor honoris causa de las universidades de Columbia, Yale, Oxford, Michigan, Santiago de Chile, La Sorbona y Harvard. Obtuvo, entre otros galardones, el Premio Nacional de Literatura (Argentina, 1956) y el Cervantes (España, 1979). Considerado uno de los más importantes escritores en lengua hispana de la historia de la literatura, murió en Ginebra el 14 de junio de 1986. 

    • No son más silenciosos los espejos 
      ni más furtiva el alba aventurera; 
      eres, bajo la luna, esa pantera 
      que nos es dado divisar de lejos. 
      Por obra indescifrable de un decreto 
      divino, te buscamos vanamente; 
      más remoto que el Ganges y el poniente, 

    • Que otros se jacten de las páginas que han escrito; 
      a mí me enorgullecen las que he leído. 
      No habré sido un filólogo, 
      no habré inquirido las declinaciones, los modos, la laboriosa mutación de las letras, 
      la de que se endurece en te

    • En la sala tranquila 
      cuyo reloj austero derrama 
      un tiempo ya sin aventuras ni asombro 
      sobre la decente blancura 
      que amortaja la pasión roja de la caoba, 
      alguien, como reproche cariñoso, 
      pronunció el nombre familiar y temido. 
      La imagen del tirano 

    • En cierta calle hay cierta firme puerta 
      con su timbre y su número preciso 
      y un sabor a perdido paraíso, 
      que en los atardeceres no está abierta 
      a mi paso. Cumplida la jornada, 
      una esperada voz me esperaría 
      en la disgregación de cada día