El forastero, de Jorge Luis Borges | Poema

    Poema en español
    El forastero

    En el santuario hay una espada. 
    Soy el segundo sacerdote del templo. Nunca la he visto. 
    Otras comunidades veneran un espejo de metal o una piedra. 
    Creo que se eligieron esas cosas porque alguna vez fueron raras. 
    Hablo con libertad; el Shinto es el más leve de los cultos. 
    El más leve y el más antiguo. 
    Guarda escrituras tan arcaicas que ya están casi en blanco. 
    Un ciervo o una gota de rocío podrían profesarlo. 
    Nos dice que debemos obrar bien, pero no ha fijado una ética. 
    No declara que el hombre teje su karma. 
    No quiere intimidar con castigos ni sobornar con premios. 
    Sus fieles pueden aceptar la doctrina de Buddha o la de Jesús. 
    Venera al Emperador y a los muertos. 
    Sabe que después de su muerte cada hombre es un dios que ampara a los suyos. 
    Sabe que después de su muerte cada árbol es un dios que ampara a los árboles. 
    Sabe que la sal, el agua y la música pueden purificarnos. 
    Sabe que son legión las divinidades. 
    Esta mañana nos visitó un viejo poeta peruano. Era ciego. 
    Desde el atrio compartimos el aire del jardín y el olor de la 
    tierra húmeda y el canto de aves o de dioses. 
    A través de un intérprete quise explicarle nuestra fe. 
    No sé si me entendió. 
    Los rostros occidentales son máscaras que no se dejan descifrar. 
    Me dijo que de vuelta al Perú recordaría nuestro diálogo en un poema. 
    Ignoro si lo hará. 
    Ignoro si nos volveremos a ver.

    Jorge Luis Borges nació en Buenos Aires el 24 de agosto de 1899. Entre 1914 y 1921 vivió con su familia en Europa. A su regreso fundó las revistas Prisma y Proa, y publicó Fervor de Buenos Aires (1923) e Historia universal de la infamia (1935). Autor de poesía, cuento, ensayo y trabajos en colaboración, en las décadas siguientes su obra creció, fue traducida a más de veinticinco idiomas y alcanzó reconocimiento mundial. Fue presidente de la Sociedad Argentina de Escritores, director de la Biblioteca Nacional, miembro de la Academia Argentina de Letras y profesor de la Universidad de Buenos Aires. Recibió importantes distinciones de gobiernos extranjeros, y el título de doctor honoris causa de las universidades de Columbia, Yale, Oxford, Michigan, Santiago de Chile, La Sorbona y Harvard. Obtuvo, entre otros galardones, el Premio Nacional de Literatura (Argentina, 1956) y el Cervantes (España, 1979). Considerado uno de los más importantes escritores en lengua hispana de la historia de la literatura, murió en Ginebra el 14 de junio de 1986. 

    • Los ponientes y las generaciones. 
      Los días y ninguno fue el primero. 
      La frescura del agua en la garganta 
      De Adán. El ordenado Paraíso. 
      El ojo descifrando la tiniebla. 
      El amor de los lobos en el alba. 
      La palabra. El hexámetro. El espejo. 

    • Que otros se jacten de las páginas que han escrito; 
      a mí me enorgullecen las que he leído. 
      No habré sido un filólogo, 
      no habré inquirido las declinaciones, los modos, la laboriosa mutación de las letras, 
      la de que se endurece en te

    • En la sala tranquila 
      cuyo reloj austero derrama 
      un tiempo ya sin aventuras ni asombro 
      sobre la decente blancura 
      que amortaja la pasión roja de la caoba, 
      alguien, como reproche cariñoso, 
      pronunció el nombre familiar y temido. 
      La imagen del tirano 

    • En cierta calle hay cierta firme puerta 
      con su timbre y su número preciso 
      y un sabor a perdido paraíso, 
      que en los atardeceres no está abierta 
      a mi paso. Cumplida la jornada, 
      una esperada voz me esperaría 
      en la disgregación de cada día