El hacedor, de Jorge Luis Borges | Poema

    Poema en español
    El hacedor

    Somos el río que invocaste, Heráclito. 
    Somos el tiempo. Su intangible curso 
    acarrea leones y montañas, 
    llorado amor, ceniza del deleite, 
    insidiosa esperanza interminable, 
    vastos nombres de imperios que son polvo, 
    hexámetros del griego y del romano, 
    lóbrego un mar bajo el poder del alba, 
    el sueño, ese pregusto de la muerte, 
    las armas y el guerrero, monumentos, 
    las dos caras de Jano que se ignoran, 
    los laberintos de marfil que urden 
    las piezas de ajedrez en el tablero, 
    la roja mano de Macbeth que puede 
    ensangrentar los mares, la secreta 
    labor de los relojes en la sombra, 
    un incesante espejo que se mira 
    en otro espejo y nadie para verlos, 
    láminas en acero, letra gótica, 
    una barra de azufre en un armario, 
    pesadas campanadas del insomnio, 
    auroras, ponientes y crepúsculos, 
    ecos, resaca, arena, liquen, sueños. 

    Otra cosa no soy que esas imágenes 
    que baraja el azar y nombra el tedio. 
    Con ellas, aunque ciego y quebrantado, 
    he de labrar el verso incorruptible 
    y (es mi deber) salvarme. 

    Jorge Luis Borges nació en Buenos Aires el 24 de agosto de 1899. Entre 1914 y 1921 vivió con su familia en Europa. A su regreso fundó las revistas Prisma y Proa, y publicó Fervor de Buenos Aires (1923) e Historia universal de la infamia (1935). Autor de poesía, cuento, ensayo y trabajos en colaboración, en las décadas siguientes su obra creció, fue traducida a más de veinticinco idiomas y alcanzó reconocimiento mundial. Fue presidente de la Sociedad Argentina de Escritores, director de la Biblioteca Nacional, miembro de la Academia Argentina de Letras y profesor de la Universidad de Buenos Aires. Recibió importantes distinciones de gobiernos extranjeros, y el título de doctor honoris causa de las universidades de Columbia, Yale, Oxford, Michigan, Santiago de Chile, La Sorbona y Harvard. Obtuvo, entre otros galardones, el Premio Nacional de Literatura (Argentina, 1956) y el Cervantes (España, 1979). Considerado uno de los más importantes escritores en lengua hispana de la historia de la literatura, murió en Ginebra el 14 de junio de 1986. 

    • No son más silenciosos los espejos 
      ni más furtiva el alba aventurera; 
      eres, bajo la luna, esa pantera 
      que nos es dado divisar de lejos. 
      Por obra indescifrable de un decreto 
      divino, te buscamos vanamente; 
      más remoto que el Ganges y el poniente, 

    • Que otros se jacten de las páginas que han escrito; 
      a mí me enorgullecen las que he leído. 
      No habré sido un filólogo, 
      no habré inquirido las declinaciones, los modos, la laboriosa mutación de las letras, 
      la de que se endurece en te

    • En la sala tranquila 
      cuyo reloj austero derrama 
      un tiempo ya sin aventuras ni asombro 
      sobre la decente blancura 
      que amortaja la pasión roja de la caoba, 
      alguien, como reproche cariñoso, 
      pronunció el nombre familiar y temido. 
      La imagen del tirano 

    • En cierta calle hay cierta firme puerta 
      con su timbre y su número preciso 
      y un sabor a perdido paraíso, 
      que en los atardeceres no está abierta 
      a mi paso. Cumplida la jornada, 
      una esperada voz me esperaría 
      en la disgregación de cada día