Bendita seas... Fuiste algo blanco, muy blanco y puro, en la agonía del hierro oscuro donde se abrían las negras rosas de mis ideas...
Porque al amarme desvaneciste mis negaciones hondas y ateas; porque eres buena, porque eres triste, bendita seas.
Porque endulzaste mis desalientos, porque encantaste mis desencantos, porque elevaste mis pensamientos; porque al mirarme tus ojos santos se iluminaron mis sufrimientos y mis quebrantos;
porque curaste, caritativa, todas las llagas de mis peleas; por delicada, por comprensiva, bendita seas...
porque tú fuiste como un remanso para el estruendo de mis mareas; porque me diste paz y descanso,¡bendita seas!
Hoy voy de nuevo por el camino do en polvo escriben mi vida inquieta mis pies llagados de peregrino, oyendo a un ave de dulce trino que rima versos como un poeta, y viendo siempre la gris silueta de mi destino...
pero, en la hora de la parida, cuando sus fauces abre lo arcano, y, como un ala, tiembla en la mano la despedida;
cuando mi viaje sin rumbo emprendo, ensombrecido por el estruendo de mis mareas; cuando de nuevo mi andanza sigo, porque me amaste, porque me diste las dulcedumbres de tu alma triste, yo te bendigo...¡Bendita seas!
Viendo pasar las nubes fue pasando la vida, y tú, como una nube, pasaste por mi hastío. Y se unieron entonces tu corazón y el mío, como se van uniendo los bordes de una herida.
—“Vamos, que se hace tarde...”—me dijiste. Pero yo me quedé mirando el mar, con el hastío de un pecado triste, pues no hay nada más triste que un pecado vulgar...
Ama tu verso, y ama sabiamente tu vida, la estrofa que más vive, siempre es la mas vivida. Un mal verso supera la más perfecta prosa, aunque en prosa y en verso digas la misma cosa.
Un gran amor, un gran amor lejano es algo así como la enredadera que no quisiera florecer en vano y sigue floreciendo aunque no quiera. Un gran amor se nos acaba un día y es tristemente igual a un pozo seco, pues ya no tiene el agua que tenía
Espero tu sonrisa y espero tu fragancia por encima de todo, del tiempo y la distancia. Yo no sé desde dónde, hacia dónde, ni cuándo regresarás... sé sólo que te estaré esperando.
Tal vez guardes mi libro en alguna gaveta, sin que nadie descubra qué relata su historia, pues serán simplemente, los versos de un poeta, tras arrancar la página de la dedicatoria...