Mi corazón, un día, tuvo un ansia suprema, que aún hoy lo embriaga cual lo embriagara ayer; Quería aprisionar un alma en un poema, y que viviera siempre... Pero no pudo ser.
Mi corazón, un día, silenció su latido, y en plena lozanía se sintió envejecer; Quiso amar un recuerdo más fuerte que el olvido y morir recordando... Pero no pudo ser.
Mi corazón, un día, soñó un sueño sonoro, en un fugaz anhelo de gloria y de poder; Subió la escalinata de un palacio de oro y quiso abrir las puertas... Pero no pudo ser.
Mi corazón, un día, se convirtió en hoguera, por vivir plenamente la fiebre del placer; Ansiaba el goce nuevo de una emoción cualquiera, un goce para él solo... Pero no pudo ser.
Y hoy llegas tú a mi vida, con tu sonrisa clara, con tu sonrisa clara, que es un amanecer; y ante el sueño más dulce que nunca antes soñara, quiero vivir mi sueño... Pero no puede ser.
Y he de decirte adiós para siempre, querida, sabiendo que te alejas para nunca volver, Quisiera retenerte para toda la vida... ¡Pero no puede ser! ¡Pero no puede ser!
Nadie vino a esperarme. Yo me encogí de hombros y me eché a andar: Soy un hombre de paso, simplemente; soy simplemente un hombre que llega y que se va.
Amamos porque sí, sencillamente porque sí, sin saberlo, como cuando la espiga se levanta, como la lluvia cuando está cayendo, como el viento que pasa y no lo sabe y sin embargo, pasa y es el viento.
Árbol, buen árbol, que tras la borrasca te erguiste en desnudez y desaliento, sobre una gran alfombra de hojarasca que removía indiferente el viento...
Yo he vivido mi vida: si fue larga o fue corta, si fue alegre o fue triste, ya casi no me importa. Y aquí estoy, esperando. No sé bien lo que espero, si el amor o la muerte, -lo que pase primero.
Un hijo... ¿Tú sabes, tu sientes que es eso? ver nacer la vida del fondo de un beso, por un inefable milagro de amor; Un beso que llene la cuna vacía, y que ingenuamente nos mire y sonría: un beso hecho flor...