Don de la ingenuidad, de Juan Carlos Abril | Poema

    Poema en español
    Don de la ingenuidad

    Cuando regreses 
    a la ciudad verás las ilusiones 
    que madrugan con sus acentos 
    incapaces de desprenderse 
    del pasado, que ignoran 
    lo mismo que nosotros. 

    Tú ni siquiera sabes por qué vives, 
    cómo es posible limitar 
    la realidad de varias formas, 
    si es tuyo este deseo 
    en la utopía de los débiles, 
    rebeldes, nunca hermosos. 

    No dormirán las culpas hasta tarde 
    y en su espiral el ruido 
    con su dragón ajuglarado 
    bisbiseará un nuevo día: 
    Horarios imposibles, 
    beata actividad. 

    Contra ti mismo cuántas veces; 
    cuántos modos conoces 
    de hacerte daño. 
    Ya no quedan violines 
    y la melancolía de las fuentes 
    posee menos memoria 
    que sentido común. 

    He de explicarlo casi todo. 
    El tiempo, como un herpes, su sintaxis 
    sin posibilidad. Irás 
    pero no volverás. 
    Este país tiene la pata herida. 

    Yo quise destruirme 
    fregando platos, 
    dije lo que me apetecía. 

    En los desfiladeros 
    de mis eses, 
    con el afán 
    de principios de curso 
    superé mi propia rutina 
    y eliminé 
    lo que no soportaban. 
    Unos dicen que ha muerto, 
    otros que nunca morirá. 

    Aún así 
    te convences con poco. 

    Colono de una lengua 
    que hoy sigues recordando, 
    quiero reírme 
    de esas largas genealogías 
    mientras diseño aquí mi casa: 
    encinas y palmeras, 
    tamarindos, 
    palabras con descuento 
    e insistencia: 
    es tu virtud. 

    Y otro episodio 
    dentro de ese vacío 
    infantiloide 
    que debes aceptar 
    intermitente, 
    la descripción de un personaje 
    con flexibilidad: ser puente o río. 

    Inédito 

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